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Reportaje:EXCURSIONES | Río Guadiaro

Una cañada real para el contrabando

El sendero entre Benaoján y Jimera de Líbar discurre por una garganta entre laderas verdes y picos blancos

Pocos kilómetros más abajo de su nacimiento en La Indiana - término municipal de Ronda (Málaga)- por la fusión de los ríos Guadalevín y Guadalcobacín, el curso del Guadiaro se encaja en un valle estrecho y sombrío entre las poblaciones de Benaoján y Jimera de Líbar.

Ya dentro de los límites del parque natural de Grazalema, el camino arranca en la barriada de la estación de Benaoján, a unos tres kilómetros del núcleo principal del pueblo. Hay que cruzar las vías y el propio cauce para iniciar el sendero, que discurre por la cañada real del Campo de Gibraltar y en donde en algunos parajes son apreciables los restos de la vieja calzada romana.

Esta vía fue en otro tiempo camino de contrabandistas y estraperlistas, los martuteros, que se se desenvolvían sin gran disimulo entre la Serranía de Ronda y el Campo de Gibraltar, y que justamente tenían en la estación de Benaoján uno de los puntos de aprovisionamiento.

En el punto de comienzo, el río se alimenta de varios nacimientos, otrora aprovechados por una serie de molinos que hoy están convertidos en ruinas, y de los que quedan en pie, han sido reconstruidos y reconvertidos en hotel, como es el caso del Molino del Santo.

Un cartel informa de la extensión del camino, 7,5 kilómetros, y el tiempo necesario, tres horas. No hay que asustarse, ese tiempo está medido a ritmo de paseo y da para ensimismarse en la contemplación del paisaje.

Las laderas son al principio aún suaves. El camino, discurre casi paralelo al río, a la izquierda de éste, y a las vías del tren, al otro lado. En un año de lluvias como éste, el cauce alto del Guadiaro discurre caudaloso y el agua baja con fuerza, aunque sucias. Hay una gran población de carpas, que se concentran en torno a los troncos caídos y los juncos de las orillas en busca de alimento y de protección contra las corrientes.

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Después de la pradera, el camino empieza a encajonarse entre laderas que aumentan progresivamente su pendiente y que esta primavera ofrecen una amplia gama de verdes diferentes. Al otro lado del río, sobre las vías, se elevan en pared, y sobre el bosque de encinas sobresalen las rocas blancas de la sierra. Algunos de esos picos calizos superan los 1.000 metros de altura, como los de Juan Diego -1.298- o El Palo -1.041-. En esa sierra se localiza la cueva prehistórica de La Pileta, con estimadas pinturas rupestres.

Por unos metros, desde el camino se pierde la vista del río. Hay que pasar un estrecho desfiladero rocoso, tras el cual se descubre un paisaje de impresión en la garganta más estrecha del valle.

Tras el descenso, el río ofrece pozas aptas para el baño por su remanso y profundidad, pero nada aconsejable por su estado higiénico. El camino vuelve a ascender, serpenteando, hasta otro impresionante tajo, donde el Guadiaro da su última curva antes de entrar en los llanos de Líbar.

El valle se abre, y el panorama ofrece ahora una rica vegetación de ribera. El camino, que nunca ofreció dificultades, es llano ya hasta el final, en el mismo andén de la estación de Jimera.

Y la vuelta, en tren

- Cómo llegar. Por la carretera A-376, que une la Costa del Sol con Sevilla, a pocos kilómetros de Ronda hay un desvío para Benaoján. Antes de llegar al pueblo, tras pasar un cartel que anuncia el inicio del parque natural de Grazalema está el acceso a la estación. Por tren, la línea Bobadilla-Algeciras. Muchos excursionistas que hacen la ruta a pie, optan por regresar en tren, apenas ocho minutos entre Jimera y Benaoján.

- Qué ver. El mismo camino de la excursión, pero en dirección opuesta desde el punto de partida, conduce a penas un kilómetro más adelante a la Cueva del Gato, de interesante valor para espeleológico, pero muy peligrosa. En la carretera que une Benaoján y Jimera está la Cueva de la Pileta, con interesantes pinturas rupestres.

- Otras rutas. Desde la estación de Benaoján, puede seguirse el curso del Guadiaro en dirección contraria, hasta Ronda, y subir a esta población por los molinos del Tajo. También puede subirse a la ermita de Montejaque, con el inconveniente de que este camino no tiene un solo metro de llano. Desde la estación de Jimera, siguiendo el curso del río, se puede llegar hasta Cortes de la Frontera, puerta del parque natural de Los Alcornocales, prolongando el camino otros ocho kilómetros más. También puede subirse al pueblo de Jimera por una ruta señalizada entre olivos.

- Qué comprar. Las chacinas de Benaoján tienen fama internacional, y especialmente apreciados son el lomo y el chorizo en manteca. Y en temporada de recolección, productos más naturales como nueces y castañas.

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