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Ricard Salvat ingresa en la Real Academia Catalana de Bellas Artes

El autor y director reivindicó a los pioneros del teatro catalán

El pintor y escenógrafo Lluís Masriera, fue en su día presidente de la Real Academia Catalana de Bellas Artes de Sant Jordi. Ésta ha sido la única vinculación de la institución con las artes escénicas a lo largo de su historia. Hasta ayer. En una sesión solemne celebrada en la sala de actos de la Llotja de Mar, el teatro se vistió por fin, simbólicamente, el chaqué que lucen los académicos en los actos más relevantes. Fue un estreno de lujo con motivo del ingreso del director y dramaturgo Ricard Salvat en las filas de los miembros numerarios de la Academia.

Conjugando sus dimensiones de catedrático y hombre muy familiarizado con la interpretación, aunque sea vista desde la barrera, este hombre poliédrico (docente, teórico y crítico del teatro...) que es Salvat leyó con aplomo su discurso de ingreso, de título tan largo como elocuente: La creación del lenguaje de la puesta en escena en Cataluña en el contexto internacional de finales del siglo XIX y el comienzo del XX. Fue, en el tono habitual del académico, un discurso reivindicativo, una apología de la memoria y del homenaje hacia algunos de los nombres más relevantes del teatro catalán, aquellos "admirables pioneros" que hicieron posible su renovación y modernización. Y fue, sobre todo, un elogio al primero de esos primeros hombres, Adrià Gual. "Fue un hombre de teatro total que participó en todas sus disciplinas: decorador, figurinista, autor, teórico, pedagogo...", recordó Salvat. Algo parecido dijo de él el artista plástico Joan Vila i Grau, el encargado de contestar su discurso, quien le calificó de "hombre del Renacimiento" .

Pero los elogios de Vila i Grau, que destacó la imbricación de los espectáculos de Salvat con diferentes disciplinas artísticas, llegaron después. Para entonces, el nuevo académico había hecho un sólido repaso a los diferentes intentos de la escena catalana por crear una estética propia, en un movimiento a veces oscilante, "del simbolismo al naturalismo, y de nuevo al simbolismo", generalmente con Gual al timón. Salvat destacó cómo esa renovación de la escena llegó antes a Cataluña que al resto de España, pero reivindicó nombres de uno y otro lado, desde Lorca hasta Guimerà, desde María Teresa León y Gregorio Martínez Sierra hasta Enric Jiménez y Margarida Xirgu; de todos aquellos que siguieron la estela de los nuevos caminos iniciados en el teatro internacional para iluminar la escena autóctona. Salvat quiso enfocar su discurso hacia el pasado reciente para "rescatar del olvido a una serie de creadores porque hoy, en teatro, parece que todo empieza con el último que llega".

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