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Columna
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El debate secuestrado

El País Valenciano necesita agua para saciar la sed estacional de algunos vecindarios y comarcas, además de garantizar su desarrollo económico. No hay ciudadano que ignore este déficit y clame por una solución, que hasta ahora, y más que secularmente, ha consistido sobre todo en trasvasar el agua de unos ríos excedentarios a otros sobreexplotados o exangües. Cuestionar esta fórmula, que postula el PP como antes postuló el PSOE, equivale todavía a constituirse en reo de insolidaridad. Así, el asunto se ha degradado en puro maniqueísmo: se está a favor o en contra del Plan Hidrológico Nacional (PHN), sin matices y aun cuando es evidente que la soflama y la demagogia han primado sobre la información.

Sorprende constatar cómo un proyecto de tales dimensiones, presupuesto y complejidad apenas si se ha debatido ante la opinión pública, contrastándose criterios técnicos y cálculos financieros, desplazados a menudo por los intereses partidarios y electoralistas Aquí y hasta ahora ha funcionado el principio de autoridad y el lema "agua para todos" -que nadie niega- sin otra opción que tomarla del Ebro o del Júcar, en lo que a los valencianos concierne, mediante colosales obras hidráulicas, con las que habrá de pechar la Unión Europea, de momento reticente o incrédula ante las propuestas que se presentan, ya sea por las estimaciones económicas equivocadas o por las consecuencias ecológicas.

Y no afirmamos aquí que el PHN no haya de llevarse a cabo, tal como está diseñado o con reajustes, pues carecemos de cualificación para ello. Lo que sí reclamamos, por civismo y sensatez, es que se consideren las alternativas, pues parece que las hay más baratas, viables y con cero costes medioambientales. Reclamamos que den cuartel a los discrepantes, quienes con datos verificables en la mano demuestran que nuestro problema no es tanto la falta de agua, como su derroche desmesurado y el apego a unos usos y hábitos incompatibles con la nueva cultura acerca de su consumo. Dicho así suena a literatura futurista cuando nos han hecho creer que ya están llegando a pie de parcela agrícola o de campo de golf los caudales de otras cuencas.

Quizá se desprenda de lo dicho que se postula una relación con el agua propia de un tuareg, cuando la verdad que sin trasvases ni megalomanías hidráulicas se puede disponer de los mismos o más hectómetros cúbicos que los prometidos por el PHN. Bastaría con renovar y modernizar las redes de distribución por las que hoy se pierde un altísimo porcentaje del recurso hídrico, acometer el reciclaje de las aguas residuales, disciplinar la expansión desquiciada y especulativa de los regadíos en tierras irredentas, planificar una red de desaladoras con costos crecientemente asequibles y, muy especialmente, dejar de contar mentiras con tono dogmático al tiempo que se sataniza a los críticos

Esta semana, los profesores Pedro Arrojo y Antonio Estevan, sabios en la materia, han desarrollado este capítulo ante la audiencia del Club Jaume I. Con argumentos, no con peroratas. Y nos han dejado un regusto de esperanza: Europa quiere recuperar y salvaguardar sus ríos antes del 2015, que son patrimonio de la humanidad... De ahí tantas prisas oficiales en mover tierras y contratas.

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