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MATANZA EN MADRID | Las víctimas

LUIS ANDRÉS MARTÍN PACHECO / El Bigotes para los amigos

Luis Andrés, de 54 años, pintor de brocha gorda, segundo de seis hermanos, llevaba consigo a todas partes las fotografías de su difunta esposa, María Teresa, con la que había empezado a salir a los 12 años, y de su única hija, Maite, de 29. Eso le recordaba en todo momento cuál era el sentido de su vida.

Desde los 14 años trabajaba en la empresa Venceslao García e hijo. Actualmente estaba pintando el Congreso de los Diputados. "Como profesional era excelente; como persona, aún mejor". Así le honra su jefe.

Luis todavía no había superado la muerte de su mujer cuando le sorprendió la propia. María Teresa falleció hace año y medio, tras una larga enfermedad. Su única razón para seguir viviendo era Maite, porque, como dice ella, "Luis sabía que María Teresa le esperaba en el cielo y deseaba más que nada reunirse con ella".

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A El Bigotes, como le llamaban sus amigos, lo que más le gustaba era disfrutar de las cosas sencillas de la vida con su esposa y con su hija, por las que sentía un amor incondicional. Era un hombre "alegre, cariñoso, tranquilo, al que encantaba pasear por el campo, ir de pesca, y que si te veía triste, siempre intentaba levantarte el ánimo", recuerda Maite. El novio de ésta, Alfonso, lo describe como "un currante que no descuidó nunca a los suyos" y como una persona "con la que se podía hablar de cualquier cosa". Ambos aseguran que "era muy querido por todo el vecindario". Para Jesús, su hermano mayor, "Luisito era una persona sencilla, humilde y que vivió para su mujer y para su hija".

Maite se siente orgullosa de los valores que su padre le inculcó, como "la responsabilidad en el trabajo, la lucha por lograr las cosas y mirar el lado positivo de todo". La noche antes de perderlo, su padre la llamó porque quería escuchar su voz y le dijo que la echaba de menos y la quería mucho.-

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