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2.000 científicos dimiten en Francia en protesta contra los recortes sociales

Miles de investigadores se manifiestan en diversas ciudades en defensa de la ciencia

El embrollo está en marcha. Un total de 976 directores de unidad de investigación y unos 1.100 jefes de equipo acordaron ayer en París presentar su dimisión administrativa ante las autoridades correspondientes. Las dimisiones pueden no ser aceptadas, pero eso no impide que el sector de la investigación, que emplea a unas 370.000 personas, pueda verse rápidamente paralizado, puesto que los 2.000 dimisionarios tienen la responsabilidad de pasar las órdenes de compra de material, de autorizar la presencia de los científicos en congresos y de garantizar la evaluación del trabajo del personal.

Miles de investigadores salieron ayer a las calles de París y otras grandes ciudades francesas para reivindicar la estabilidad de sus puestos de trabajo y del presupuesto estatal dedicado a la ciencia.

"Todo eso puede bloquear la maquinaria sin interrumpir, en un primer momento, la actividad investigadora en sí", explicaba un portavoz de Sauvons la Recherche (Salvemos la Investigación), el movimiento de protesta de unos investigadores que no aceptan que el actual Gobierno conservador tienda a recortar los fondos disponibles para la investigación científica. Esa dimisión va acompañada de una nueva fecha límite de cara a adoptar nuevas medidas. Esa fecha es el próximo 19 de marzo, elegida sin duda por situarse dos días antes de la primera vuelta de las elecciones regionales.

"Si el Gobierno y el presidente de la República no responden de manera satisfactoria a nuestras reivindicaciones, los investigadores organizaremos una gran manifestación de protesta a la que invitaremos a todos los ciudadanos", dijo ayer Alain Trautmann, biólogo y portavoz del movimiento, animado por unos sondeos que le confirman que "el 82% de la opinión pública francesa respalda la protesta de los científicos".

Francia dedica el 2,2% de su PIB a la investigación, es decir, un 0,2% menos que cuatro años atrás. Ese recorte de los créditos se produce, además, en una situación de relativa mala gestión de los recursos existentes debido al crecimiento "a la soviética" de instituciones como el Centro Nacional de la Investigación Científica (CNRS, en sus siglas en francés), que absorbe el 25% de la investigación civil y lo destina a 11.400 investigadores y 13.600 ingenieros, técnicos y administrativos. El gigantismo del CNRS es hoy causa de despilfarros y de duplicación de tareas que han sido denunciadas por la inspección general de Hacienda.

Ese 2,2% es aportado en un 1,1% por el Estado, y dentro de ese porcentaje se incluye tanto lo abonado por ministerios civiles como por departamentos militares. Tres premios Nobel franceses y el director del instituto Pasteur solicitan que ese dinero sea distribuido siguiendo otros criterios. "Habría que crear unos cincuenta o cien campus de investigación, muy autónomos, ligados a las universidades y a las grandes escuelas". Francis Jacob, Jean- Marie-Lehn, Pierre-Louis Lions y Philippe Kourilsky critican que "las promociones llegan tarde cuando se es brillante desde una edad temprana". La edad media de los investigadores del CNRS ronda los 47 años.

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Si la irritación de los científicos no parece poder calmarse, eso no se debe tanto a que el Gobierno no haya hecho concesiones -ha prometido el 3% del PIB antes de 2010 y unos créditos suplementarios de 3.000 millones de euros antes de 2007-, sino a que la palabra del Ejecutivo no merece la menor confianza. Las promesas del presidente, Jacques Chirac, raramente seguidas de hechos, se suman a la querencia antiintelectual del primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. En ese panorama, el discurso de Claudie Haigneré, ministra delegada a la Investigación, resulta inaudible a pesar de su prestigio profesional.

La izquierda no se equivoca cuando, a través del primer secretario del PS, François Hollande, denuncia "un Estado que no respeta la palabra dada" para provocar una crisis "inédita en nuestra República" incentivada por "las falsas promesas de Chirac".

Por su parte, Jean-Pierre Raffarin, después de declararse "preocupado" ante las más de 2.000 dimisiones que "no le parecen solución" a los problemas planteados, parece optar por la estrategia del bombero pirómano y confía en que los electores de la derecha no presten oídos a quienes critican al Gobierno. "Nuestros electores ven en todo eso una maniobra de la izquierda. La firmeza y un lenguaje sin concesiones puede removilizar a nuestro bando", confesaba una fuente gubernamental. De ahí el elogio "de la inteligencia de la mano que comunica directamente con el corazón" como opuesta a "las élites parisinas que menosprecian a la provincia".

"No investigación, no futuro", dice un cartel de la protesta de ayer en París.
"No investigación, no futuro", dice un cartel de la protesta de ayer en París.AP

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