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Crónica:FÚTBOL | 26ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid saca su lado implacable

El Celta, que jugó un excelente primer tiempo, sucumbió después ante el gran juego del líder y las paradas de Casillas

Santiago Segurola

El Madrid sacó su lado implacable en el segundo tiempo y no hubo más que decir: arrolló al Celta, que se había colocado con un gol de ventaja y jugaba con mucho estilo. Durante un rato pareció que el Madrid despreciaba la posibilidad de dar un bocado definitivo al campeonato, cosa rara en un equipo con un declarado instinto depredador. Finalmente fue un equipo fiel a sí mismo: Casillas protagonizó el encuentro con algunas intervenciones excepcionales, Guti dirigió las operaciones en el segundo tiempo con la categoría que le caracteriza y las estrellas sentenciaron. Marcaron Ronaldo, Zidane y Figo, ante la perpleja mirada de los jugadores del Celta. Su excelente ejercicio en la primera parte no le sirvió de nada. Terminó aplastado.

REAL MADRID 4 - CELTA 2

Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado, Pavón, Helguera, Roberto Carlos; Beckham (Cambiasso, m. 87), Guti; Figo, Raúl (Núñez,

m. 78); Zidane; y Ronaldo (Solari, m. 76).

Celta: Pinto; Velasco, Cáceres, Berizzo, Silvinho; Luccin; José Ignacio (Vagner, m. 66), Mostovoi (G. López, m. 69); Ilic, Edú; y Milosevic.

Goles: 0-1, M. 18: Edú peina la pelota tras un córner e Ilic, libre de marca, anota.

1-1, m. 55: Ronaldo aprovecha un rechace de Pinto. 2-1, M. 63: Zidane cabecea un centro de Figo desde la derecha. 3-1, M. 71: Gran pase de Beckham a Figo, que se escapa de Berizzo y chuta fuera del alcance de Pinto. 3-2, M. 90: Milosevic resuelve un mano a mano con Casillas. 4-2, M. 92; Zidane culmina una jugada del Madrid por la izquierda con un tiro raso.

Arbitro: Undiano Mallenco. Amonestó a Mostovoi, Guti, Salgado, Pavón, Ilic y Silvinho.

Unos 75.000 espectadores en el Bernabéu.

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Hubo tiempo para ver a todo el mundo en su mejor versión. El Celta recordó sus mejores días, cuando pasaba por el Bernabéu y daba toda clase de problemas al Madrid. Era el Celta armonioso, de toque y despliegue, que tantas buenas noticias ha ofrecido al fútbol español en los últimos años. Arrancó con energía y buen juego, sin los complejos que atenazan a los equipos que penan en los últimos puestos de la clasificación. Edu tuvo el gol en el primer minuto, pero desperdició la ocasión; Ilic exigió poco después a Casillas, que comenzó su recital; Milosevic amenazó con un par de tiros desde media distancia. El Celta disponía del balón o lo recuperaba con rapidez ante un atascado Madrid. Era cuestión de lógica el gol del Celta. Llegó en un córner, por supuesto, y lo anotó Ilic. El partido era como parecía.

El Madrid no respondió hasta el segundo tiempo. Hasta entonces había funcionado con un aire caótico. Ni había dibujo, ni nadie capaz de poner las cosas en orden. Guti no encontraba el hilo al fútbol y Beckham recorría las millas de costumbre sin demasiada claridad. Por lo demás, Ronaldo no parecía especialmente motivado, ni Zidane desplegaba el arte de costumbre. La hinchada se inquietó y censuró el juego de su equipo, que respondió con fútbol y goles en la segunda parte. Eso también comienza a ser costumbre. Durante años, pagaba en el tramo final sus distracciones y cierta falta de condición física. No en esta temporada. El Madrid maneja el segundo trecho con una facilidad apabullante, y el Celta puede atestiguarlo, como el Espanyol hace una semana.

Dos jugadores fueron decisivos en el cambio de paisaje. Casillas resolvió una situación muy peliaguda en un mano a mano con Milosevic. Había empatado Ronaldo y el encuentro estaba todavía en territorio fronterizo. El Celta tiraba sus contragolpes y el Madrid comenzaba a apretar con intensidad. La acción de Casillas cambió el signo de la tarde. El público lo entendió rápidamente y se levantó para aclamar al portero, que tiene todo el derecho a proclamarse jugador del año. Ese instante deprimió al Celta y sacó al Madrid abrumador, encabezado por Guti, sensacional en la dirección, intenso en la recuperación, ubicuo en el partido. A su alrededor comenzó a perfilarse el Madrid de las mejores tardes. Con un juego cadencioso, pero firme como un émbolo, desarmó al Celta, lo empujó contra su portería y luego lo finiquitó.

Llegó la hora de Zidane, esta vez en plan goleador. No fue un día de controles sublimes y ovaciones de la parroquia. Simplemente ganó el partido. Lo hizo con un impetuoso cabezazo tras un centro de Figo, otro de los grandes actores del encuentro. Anotó el tercer gol en una estupenda jugada que arrancó de un pase perfecto de Beckham. Pero aquel pase necesitaba de un gran control. Es lo que hizo Figo, que batió a Berizzo en la carrera y cruzó un remate que superó a Pinto. De repente, todo funcionaba como la seda en el Madrid, con la única excepción del sufrimiento de Helguera ante Milosevic, que le sacaba de cacho y le superaba con cierta frecuencia. Fuera de ese problema, la autoridad del Madrid no encontró respuesta en el Celta, resignado a su condición de víctima. El Madrid aceleró como un Rolls Royce y no hubo forma de pararle. Más o menos como siempre en el Bernabéu.

Zidane maneja el balón ante Ilic.
Zidane maneja el balón ante Ilic.MANUEL ESCALERA
Beckham se escapa del marcaje de Ilic.
Beckham se escapa del marcaje de Ilic.MANUEL ESCALERA

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