El coronel tiene quien le escriba

"El coronel Nicolás Márquez Mejía, abuelo materno del escritor colombiano Gabriel García Márquez , tan solo podrá descansar en paz el día que se le reconozca, con todos los honores, el grado de coronel, y de ser posible, a manera de indemnización póstuma, su ascenso a general". Con esta idea, José Rafael Cañón, un singular abogado, apoyado por su madre, un ingeniero y un periodista, está empeñado en resarcir lo que para él es "una de las peores injusticias" del Estado colombiano en "toda la historia republicana".

Nicolás Márquez Mejía, inspirador de la novela El coronel no tiene quien le escriba, batalló en el ejército liberal durante la guerra de los mil días, que dejó la Colombia del siglo XIX con más de cien mil muertos. Durante más de quince años, el coronel esperó en vano la carta que le anunciara que recibiría su pensión.

De este abuelo y de su abuela Tranquilina Iguarán García Márquez recibió la memoria ancestral que ha alimentado su obra. "El abuelo es tal vez la persona con quien mejor me he entendido y con quien mejor comunicación he tenido", confesó el Nobel de Literatura en una entrevista. Murió cuando García Márquez tenía apenas ocho años.

Armado de documentos históricos, el abogado Cañón interpuso ante los tribunales una demanda que deber ser resuelta, a más tardar, el próximo miércoles. Entre las pruebas figura la carta que Tranquilina Iguarán escribió a la comisión de escalafón de antiguos militares en abril de 1939, dos años después de la muerte del coronel, en la que reclamaba "el auxilio que, viuda del coronel Márquez, me corresponda conforme a la Ley 7 de 1938". La solicitud fue rechazada.

En 1951, su hijo, Juan de Dios Márquez, insistió, pero no tuvo respuesta. Un año después, el general Sabas Socarras y el coronel Laudelino Cabello dieron su testimonio en un juzgado de un polvoriento pueblo de la costa del Caribe. "Puedo declarar en honor al mérito y a la verdad que el finado coronel Nicolás Márquez fue un oficial pundonoroso, magnánimo, respetuoso y estricto cumplidor de las órdenes". De nada sirvió.

Al abogado Cañón asegura que no cejará en su empeño: "Quiero rescatar la memoria y la honra del coronel, que el coronel tenga finalmente quien le escriba ¡aunque sea en el siglo XXI!".