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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ayuda europea a la baja

La ampliación de la Unión Europea no supondrá aumento alguno del presupuesto comunitario. Alemania y Francia han impuesto el criterio de austeridad, y las consecuencias son muy claras: la misma cantidad de fondos europeos deberá distribuirse entre un número mayor de socios. Como los 10 países que se incorporan disponen de una renta por habitante significativamente inferior al promedio comunitario, España tendrá que ir haciéndose a la idea de que recibirá menos, y esa disminución será perniciosa para la tasa de crecimiento y las infraestructuras.

En el inicio de la preparación de los presupuestos comunitarios para el periodo 2007-2013, la Comisión aspira a apurar casi hasta el límite el techo del 1,27% del PIB previsto para los gastos de la UE, que en los últimos años se ha reducido al 1%. Los principales contribuyentes netos -Alemania, Francia, Reino Unido, Holanda, Austria y Suecia- defienden mantenerse en ese 1% real, debido a sus problemas económicos específicos y a su europeísmo disminuido. Si así fuera, la política de cohesión económica y social quedaría seriamente mermada y se frustraría la realización de proyectos paneuropeos de inversión, necesarios para mejorar la competitividad de la UE. Es difícil entender la voluntad de hacer más Europa con esas cuentas.

La lección que debe deducir España es simple. Dado el éxito que ha supuesto la política de cohesión en los casos de España, Portugal y Grecia, no sólo se trata de que los 10 que llegan en mayo tengan derecho a este tipo de ayudas, sino que al conjunto de Europa le conviene que así sea y que esta ampliación marque un nuevo hito. Aunque es razonable que nuestro país pida una transición suave para dejar de recibir algunos de los fondos de los que se beneficia, es hora de confiar no tanto en las ayudas como en el fortalecimiento de la base de capital.

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En el horizonte 2007-2013 se va a manifestar en toda su extensión la paradoja alimentada por este Gobierno, que tildaba de pedigüeño a Felipe González. Reclamar más presencia presupuestaria común, y hacer lo propio con los intereses de algunas regiones españolas menos desarrolladas, no debería ser contradictorio con avanzar a un mayor ritmo en la convergencia real de España. Porque el mayor esfuerzo en capitalización y desarrollo está a cargo de los presupuestos nacionales. Que se explique esto claramente en la campaña ectoral.

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