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Rolf Hochhuth escandaliza con su nueva obra teatral

El dramaturgo de 72 años Rolf Hochhuth, que hace 40 años escandalizó al mundo con su obra El vicario, en la que acusaba al papa Pío XII de complicidad con el holocausto, ha vuelto a las andadas. Este fin de semana, Hochhuth estrenó en Brandeburgo/Havel, su nueva obra, Llega McKinsey, un feroz alegato anticapitalista con una ambigua apología del asesinato del presidente del Deutsche Bank Josef Ackermann. El título de la pieza alude a la consultora McKinsey, de la que Hochhuth escribe en la obra que se dedica a "liquidar puestos de trabajo". Los directivos de McKinsey parecen haber tomado la cosa con humor y han comprado todas las entradas de una función para que la vean sus empleados.

El entorno para el estreno de la última obra de Hochhuth no podía ser más adecuado. En Brandeburgo, un Estado federado del este de Alemania, el paro rebasa el 20%. Los 20.000 trabajadores de la siderurgia se quedaron en la calle tras la reunificación alemana. La vieja siderurgia ha quedado convertida en museo. En la sala pequeña del teatro de la localidad, Hochhuth estrenó su panfleto contra el gran capital, los altos ejecutivos que se enriquecen y las empresas que aumentan su valor en Bolsa con la misma velocidad con que despiden obreros.

Tampoco el momento podía ser más oportuno. En Düsseldorf se celebra estos días un mastodóntico proceso contra Ackermann y otros directivos de la empresa Mannesmann por presunta estafa al repartir en premios y jubilaciones de privilegio 111 millones de euros con motivo de la fusión con el consorcio británico Vodafone. En la apertura del juicio oral, Ackermann se presentó sonriente ante el tribunal y realizó con los dedos el signo de la victoria en un gesto que la prensa alemana comparó con el de Michael Jackson el día de su proceso. Antes de levantarse el telón en el estreno de Llega McKinsey, un actor se pasea por el escenario con los dedos en forma del signo de victoria. Para que no quede duda de qué va la cosa.

La obra está divida en cinco actos sin descanso, que concluyen cada uno con un soneto panfletario de Hochhuth. En uno de los sonetos, titulado Advertencia, el dramaturgo menciona en el primer verso al suizo que preside el Deutsch Bank, Josef Ackermann, que ingresa cada año 6,95 millones de euros. Se pregunta Hochhuth si no le perturba despedir al 14,31% de la plantilla. En otro verso, Hochhuth dice: "En ausencia de medios legales: un vengador como Tell". Concluye el soneto de Hochhuth con una advertencia a Ackermann y le dice que se acuerde de Schleyer, Ponto y Herrhausen, los tres altos dirigentes bancarios alemanes asesinados en atentados terroristas.

No perdona Hochhuth a los gobernantes socialdemócratas y menciona al ministro de Hacienda: "El sociata ha permitido que la Mercedes, por haber comprado la Chrysler, contabilizara unas pérdidas de 11.000 millones y no pagar ni un céntimo de impuestos durante años. Del todo perverso". Y todo esto ocurre, recita un actor, "mientras el que hereda la casa de sus padres naturalmente tiene que pagar impuestos por ella".

En uno de los actos, tres ejecutivos despedidos discuten sobre la conveniencia de recurrir a la metralleta, pero al final optan por atiborrarse de vodka. En el último acto se celebra un proceso ante el Tribunal Constitucional alemán para reclamar la introducción del derecho al trabajo en la Constitución. Un grupo de manifestantes invade la sesión del tribunal donde queman una bandera europea porque Europa ha tenido la desvergüenza de copiar las estrellas como la bandera de Estados Unidos. Mientras, en una pantalla aparecen escenas de las manifestaciones antiglobalización de Génova.

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