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Apuntes

Los centros valencianos sacan 1.600 plazas de intercambio estudiantil pese a la baja demanda

Los responsables universitarios achacan la minoritaria respuesta a la política de becas

Difícilmente se compagina la movilidad entre las universidades españolas para que sus estudiantes puedan cursar una parte de la carrera en un periodo que no supere los 9 meses en otra universidad, si no hay un íntimo enlace entre el programa de intercambio estudiantil y el de becas. Esto es lo que ha sucedido en las universidades de la Comunidad Valenciana, desde que hace cinco años entraran en escena los dos protagonistas: SICUE (Sistema de Intercambio entre Centros Universitarios Españoles), impulsado por la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) y Séneca, el programa de becas promovido desde el Ministerio de Educación que dirigía Mariano Rajoy.

Los estudiantes valencianos pueden optar, hasta el 27 de febrero, a una de las 1.600 plazas que sus universidades ofertan dentro del programa SICUE para la presente convocatoria. El incremento de la oferta está en sintonía con el resto del Estado, donde se convocan un total de 23.000 plazas para el próximo curso, 2.390 más que en la edición anterior. Llama la atención este constante incremento de la oferta, cuando distintas fuentes consultadas coinciden en que la demanda de solicitudes para estudiar fuera sube muy ligeramente, del orden de diez estudiantes por año en universidades como la Jaume I y la Politécnica de Valencia.

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Por poner algunos ejemplos de cómo ha evolucionado el programa, la Universidad Jaume I, con 85 plazas, oferta 13 más que el año pasado; la Universitat de València ha sacado 357, frente a las 303 plazas de este curso y la Universidad Politécnica de Valencia, con 481 plazas este año, ofrece más de 220 que hace cinco años. En la Miguel Hernández, la oferta de la actual convocatoria es de 247, y 12 en el caso de la Cardenal Herrera-CEU. ¿Para qué tanto esfuerzo si, por ejemplo, en cuatro años sólo ha acudido un alumno de fuera a la Jaume I? O, en el sentido contrario, y también a título de ejemplo, ¿merecía la pena que la Universidad Politécnica negociara 400 plazas con otras universidades para que sus estudiantes pudieran estudiar unos meses fuera en el presente curso, cuando sólo se produjeron cincuenta solicitudes, siguiendo la tónica general?

Las fuentes consultadas explican que la "minoritaria" movilidad estudiantil valenciana es consecuencia de las trabas que emergen por la cobertura económica del ministerio, el programa Séneca. Y aducen dos motivos: la concesión fuera de plazo y los requisitos académicos de la beca, puesto que para concurrir a la misma los estudiantes deben tener una nota media de 1,5 sobre 4 en todas las titulaciones excepto en las técnicas donde la nota es de 1,2 (lo que equivale entre un 6,25 y casi un 7). "Los problemas surgen desde el primer momento, porque los estudiantes vienen ya a inscribirse sin poder solicitar la beca, que suele salir por mayo", explica la directora de la Oficina de Relaciones Internacionales de la Universitat, Inés Fernández, desde cuyo servicio se envía una carta a todos los estudiantes para anunciarles cuándo salen las Séneca. "El Ministerio de Educación todavía no funciona con la normalidad administrativa que debería. Lo que no puede ser es que a una persona le comuniquen en diciembre que le han concedido una beca de nueve meses, porque ya ha empezado el curso y no hay tiempo para disfrutarla", denuncia la responsable que reconoce que la dotación de la beca, de 480 euros mensuales es "adecuada" puesto que duplica la Erasmus. "Hace dos años la situación fue tan desastrosa que el Ministerio publicó cuatro resoluciones, entre septiembre y noviembre provocando que muchos estudiantes renunciaran al no tener confirmación", advierte indicando que desconoce qué hace el Ministerio con el dinero concedido, pero no ejecutado.

En la Universitat, 65 personas de los 228 solicitantes han renunciado este curso a la beca. Para el mismo periodo, 22 estudiantes de la Jaume I solicitaron la beca, de los cuales se les concedió a 8, renunciaron 11 y sólo a uno se le negó explícitamente la beca. En la Politécnica se repite esta tónica de conceder la beca a menos de las mitad: 25 becados, de 51 demandantes y 5 renunciaron a la beca, una vez concedida. Teresa Blasco, técnico de la Oficina de Cooperación Internacional y Educativa de la Jaume I constata que "no se ha conseguido que este programa sea mayoritario para los estudiantes", aunque se felicita porque "por las universidades no queda", y añade que los estudiantes de su universidad emigran a las grandes, especialmente de Cataluña. Cada estudiante recibido supone para la universidad de destino 121 euros, independientemente de la duración de la beca que fluctúa entre tres, seis y nueve meses.

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El vicerrector de Estudiantes de la Universidad Miguel Hernández, Fernando Borrás plantea que sería conveniente una modificación del sistema de intercambio de estudiantes actual para que las becas no se desaprovecharan: "Mi universidad, y otras en el seno de la Red Universitaria de Asuntos Estudiantiles (una comisión sectorial de la CRUE) hemos planteado que si el estudiante rechaza la plaza exista una bolsa de estudiantes para que no se pierda", señala, aunque, a su entender, el mayor inconveniente radica en la desvinculación actual entre el programa de becas y el de movilidad. Actualmente su universidad registra en torno a 20 estudiantes de entrada y 20 de salida, según datos facilitados por la institución.

Hasta ahora en la Universidad de Alicante se han preinscrito 78 alumnos para estudiar en otra universidad el próximo año. Como novedad la inscripción se efectúa a través del campus virtual, una medida para alentar a más estudiantes en un programa que Begoña San Miguel, la directora del Secretariado de Movilidad tilda de "poco conocido". Esta universidad ha recibido este curso un total de 7 alumnos y tiene previsto enviar a 18 alumnos, de los ocho han renunciado tras haber sido becados.

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