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Reportaje:

En busca de una oportunidad

Ejecutivos de firmas españolas viajan a Marruecos para contratar trabajadores

Se han puesto su mejor traje y, sentados en el anfiteatro del Instituto de Tecnología Hostelera y Turística de Salé (Marruecos), beben las palabras de Miguel Ángel García de Andrés, director general de Recursos Humanos del Grupo Vips. García les está presentando su empresa y explicándoles qué carrera podrían desarrollar en ella: "Tras firmar un contrato indefinido, empezaréis como ayudante de sala o de cocina, con un sueldo bruto, en Madrid, de 850 euros, una semana laboral de 40 horas, dos días de libranza a la semana, 50 días de vacaciones al año y la afiliación a la Seguridad Social. Pero, sobre todo, ante vosotros se abre la perspectiva de una larga carrera profesional".

En el auditorio la expectación es máxima. La treintena de jóvenes marroquíes que escuchan a García con tanta atención han sido preseleccionados por la Agencia Nacional de Promoción del Empleo (Anapec) para ser entrevistados por el director general, dos de sus colaboradores y el consejero laboral de la Embajada de España, Álvaro Gil Delgado. Los que salgan airosos de la cita, que se desarrolla en francés, conseguirán, tras pasar un examen médico, un contrato de trabajo y un visado. Si no hablan español, Anapec les dará un cursillo intensivo antes de su partida.

"Su nivel de estudios es medio o superior. Es gente con valor añadido", afirma un enviado de Vips

Es la cara legal y ordenada, pero muy minoritaria, de la inmigración, aquella que no arriesga su vida subiéndose a una patera para cruzar el Estrecho. Mariano Rajoy, entonces ministro del Interior, y el titular marroquí de Empleo, Abbas el Fassi, abrieron esa vía, en julio de 2001, al firmar un convenio sobre mano de obra. La crisis diplomática hispano-marroquí la cerró poco después y ahora, que se ha reabierto, el Grupo Vips la aprovecha.

Su consejero delegado, Plácido Arango, suscribió a principios de diciembre, en Marraquech, un acuerdo con el nuevo ministro de Empleo, Mustafá Mansuri, para traer a España, de aquí a 2008, a mil trabajadores de la hostelería, aunque García vaticina que esa cifra será superada. El año pasado ya captó a 135 marroquíes -13 veces más que la siguiente empresa española, la palentina Hoteles Suco- y en la primera tacada de 2004 se llevará a otros 80.

"No vamos a incorporar mano de obra a secas", recalca García. "Su nivel de estudios es medio o superior. Es gente con valor añadido y potencial". Prueba de ello es que de los marroquíes entrevistados, la mitad pasan la criba del director de Recursos Humanos -el porcentaje alcanza al 90% de las mujeres-, mientras que entre los aspirantes españoles sólo un tercio logra su visto bueno. "Además", se lamenta García, "los españoles que han pasado por escuelas de hostelería sólo quieren ser contratados por cadenas prestigiosas y hacer en la cocina espuma de pichón y no pizzas cuatro quesos". "Para los marroquíes, trabajar en Vips es, en cambio, una profesión y están llenos de ilusión por hacer carrera". Entre los 6.400 empleados de la empresa -el 45% de ellos extranjeros- hay 248 marroquíes.

Sentada en un banco del patio de la escuela de hostelería, Hind, de 25 años, espera su turno para ser entrevistada. "¿Que por qué me quiero ir a España?". "Tengo un empleo en Marraquech, en una escuela de hostelería, en el que gano 225 euros mensuales y pago 90 de alquiler. Me gustaría matricularme en la filial marroquí de una escuela de turismo francesa, pero cuesta 4.500 euros. Es un sueño inalcanzable".

Hind no le hace ascos a empezar en España como ayudanta de camarera, un trabajo muy por debajo de sus calificaciones. "Se que hay que bajar un escalón para, después, subir", admite. "Y estoy dispuesta a hacerlo porque todos los oficios son dignos. Quisiera compaginar horario laboral con más estudios. Mi ambición es gestionar restaurantes u hoteles".

Hanane, de 30 años, en el límite de edad para ser contratada, ha renunciado a un empleo de teleoperadora en Rabat, con una nómina de 315 euros, para poder acudir a la entrevista con García. "Aceptar ese puesto conllevaba empezar siguiendo asiduamente una formación y no podía ausentarme ni unas horas", afirma. "He preferido venir aquí, aun arriesgándome a volver al paro si no apruebo".

"No sólo estamos aquí porque aspiramos a un sueldo correcto", resalta Mohamed, de 26 años, cocinero en un restaurante oriental de Rabat. "Yo he venido porque estoy harto de trabajar 13 horas al día y siete días a la semana, sin apenas vacaciones, por tan solo 162 euros. Creo que me gustará la legislación laboral española".

Hind quiere aprender gestión, pero otros jóvenes esperan ser contratados para poder matricularse en una universidad española, aunque sea a distancia. Larbi, que ha viajado hasta Salé desde una pequeña ciudad del este de Marruecos, confiesa con ingenuidad al periodista que su objetivo en España es trabajar para costearse unos estudios de Historia. El tribunal examinará con escepticismo su candidatura. "No nos utilicen como puente de entrada en Europa", les recuerda García.

Una nueva vida

Cruzar el Estrecho será, para los jóvenes aprobados, iniciar una nueva vida. "Estamos esperanzados pero también asustados", reconoce Hanane quien, como la mayoría de los candidatos, nunca ha salido de Marruecos e ignora casi todo del vecino pese a que habla correctamente el castellano. Aunque sólo sea de oídas, Francia es el país que mejor conocen.

¿Sabe que los españoles, a juzgar por los sondeos de opinión, tienen mal concepto de los marroquíes? "No me diga", responde Hind. "Habrá que demostrarles que están equivocados", subraya Hanane, y todos los demás aspirantes a emigrar secundan su respuesta.

Otras empresas españolas que operan en Marruecos han contratado, ante todo, a marroquíes residentes en el antiguo protectorado español no sólo porque suelen hablar castellano -el dominio del idioma es un elemento secundario para el Grupo Vips- sino porque siguen de cerca las televisiones españolas.

"Nosotros sólo entrevistamos a los candidatos que nos presenta la agencia de empleo marroquí", replica García cuando se le pregunta por qué son tan escasos los aspirantes a emigrar originarios del norte.

Un grupo de jóvenes marroquíes esperan para ser entrevistados por los enviados de Vips.
Un grupo de jóvenes marroquíes esperan para ser entrevistados por los enviados de Vips.I. C.

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