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Entrevista:MAMADOU DIOP | Ministro de Información y Cooperación Panafricana de Senegal

"África ha estado financiando el desarrollo de los países industrializados"

Lluís Pellicer

Tras 40 años de planes diseñados desde los despachos de las instituciones internacionales, África pretende hoy reconducir las políticas para su desarrollo a través de los organismos que dependen de la Unión Africana (UA). Mamadou Diop (Khombole, 1950), ministro especial del presidente senegalés Abdoulaye Wade y encargado de cooperación panafricana, lanzó un mensaje optimista sobre las nuevas políticas del continente a su paso por el reciente Congreso Internacional de Estados Africanos, organizado en Barcelona por el Laboratorio de la Sociedad Africana y por la Generalitat. La esperanza se centra en la Nueva Estrategia de Cooperación para el Desarrollo Africano (Nepad), una agencia de la UA que persigue un "Estado africano" en materia económica, y en disminuir los índices de pobreza del continente.

"África gasta sus impuestos en educar a jóvenes que emigran y en pagar deudas"

Pregunta. No se cansa de repetir que el Nepad es el fin del concepto de ayuda y el principio de una relación de asociación. ¿Qué hay tras este cambio?

Respuesta. En los últimos 40 años, mientras se hablaba de ayuda, se han producido flujos de capital del Sur al Norte, de forma que los países africanos han estado financiando a los países industrializados. Queremos cambiar la noción de cooperación y lanzar un proyecto en el que deben participar entidades públicas y privadas de ambos hemisferios para que seamos vistos como un socio de pleno de derecho en el desarrollo de nuestros países.

P. Es decir, que se opta por una solución endógena.

R. Exacto. El Nepad no sólo es un proyecto, sino también una visión que han tenido los padres fundadores del nuevo panafricanismo. Aunque tenemos las poblaciones más pobres del mundo, hablamos de un continente tremendamente rico. El Nepad quiere constituir un Estado africano con una voz potente ante el mundo y llevar a cabo proyectos para atraer a la inversión privada.

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P. ¿Qué proyectos?

R. Primero, resolver las deficiencias en infraestructuras. Por ejemplo, Senegal y Mali compartimos frontera, pero no tenemos una carretera que una nuestras capitales. Debemos ser capaces de crear vías de comunicación de calidad y desarrollar los recursos aeroportuarios necesarios para crear un mercado regional. También hemos de implantar las nuevas tecnologías para romper la brecha digital entre Norte y Sur.

P. Pero antes será necesario universalizar la educación.

R. En efecto. Debemos llevar a cabo un desarrollo integral de la educación para mejorar y aumentar rápidamente los recursos humanos, así como frenar la fuga de este capital. Al final, África acaba por contribuir al desarrollo de los países industrializados: gastamos nuestros impuestos en educar a jóvenes que acaban emigrando a Europa y en pagar deudas interminables.

P. ¿Cómo financiar este plan?

R. Es complejo. Cada país tiene su presupuesto y sus programas de infraestructuras. Queremos que se aporten recursos internos, ponerlos en común y alcanzar sinergias. Pero aún requerimos de los estados y las empresas del Norte. Hemos pedido su colaboración.

P. ¿Y cómo han reaccionado?

R. En general, su respuesta ha sido positiva. Japón acaba de anunciar una aportación de 4.000 dólares para el Nepad. Detecto un cambio. Desde que existe el Nepad y el G-8 se reúne con los dirigentes africanos, se nos toma más en serio en las instituciones internacionales.

P. Este proceso de integración económica pronto cumplirá tres años. ¿Cuál es su balance?

R. Es muy pronto para valorarlo. En 1960, África representaba el 10% del comercio mundial y ahora sólo supone el 1,4%. Debemos avanzar muy rápido para transformar nuestros 850 millones de habitantes en un mercado solvente, capaz de comprar pero también de vender. Pronto recogeremos los primeros frutos. Y en breve estará finalizada una carretera que unirá Marruecos con Senegal.

P. Parece muy optimista con las posibilidades del proyecto.

R. Claro. Desde Europa persiste aún una vieja mirada sobre África, la de los dictadores corruptos que se llevan el dinero y lo depositan en bancos europeos. Es necesario que se cambie esta óptica para entender que la paz no es posible sin un equilibrio con nuestros jóvenes muriendo en las playas de Europa.

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Sobre la firma

Lluís Pellicer
Es jefe de sección de Nacional de EL PAÍS. Antes fue jefe de Economía, corresponsal en Bruselas y redactor en Barcelona. Ha cubierto la crisis inmobiliaria de 2008, las reuniones del BCE y las cumbres del FMI. Licenciado en Periodismo por la Universitat Autònoma de Barcelona, ha cursado el programa de desarrollo directivo de IESE.

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