Trasvase, pros y contras
Para formarse una opinión sobre un asunto, resulta imprescindible una correcta información que sustente los suficientes elementos de juicio. Llevamos un tiempo a vueltas con el plan hidrológico y el trasvase del Ebro, y ante un proyecto faraónico de tal impacto ambiental no estaría de mas informar a los ciudadanos acerca de sus razones, ventajas e inconvenientes, pros y contras, causas y consecuencias. Hasta el momento, no disponemos de argumentos convincentes por parte del Gobierno, con la salvedad de algún eslogan fácil y algunas afirmaciones de Perogrullo, más de carácter electoralista, aunque debe haber muchos argumentos a favor, y deben ser de peso, a juzgar por la determinación con la que está decidido a ejecutarlo.
Para despejar dudas al respecto debería decirse, por ejemplo, cuántos planes urbanísticos hay a la espera, cuántos megacomplejos turísticos proyectados, cuántas urbanizaciones planeadas, cuánto suelo por recalificar. No hace falta tener excepcionales dotes adivinatorias para entrever la enorme cuantía de los negocios que el trasvase va a propiciar. A pesar de todo ello siguen considerándolo una cuestión de solidaridad, y siguen llamando vertebrar a lo que puede suponer una fractura territorial, y no solo geográfica. Paralelamente ignoran, cuando no menosprecian, las consecuencias medioambientales así como los informes y opiniones de expertos contrarios, o los resultados de experiencias similares.
Un proyecto de semejante envergadura, debería aprobarse sólo después de un debate serio, teniendo en cuenta todas las opiniones, sopesando muy cuidadosamente las consecuencias y con el máximo consenso posible, y no ser fruto de la decisión de un gobierno con mayoría absoluta que confunde desarrollo con desarrollismo, y cuya única vara de medir es la económica.
El dinero suele nublar las mentes, y en este caso, parece que en la balanza, han pesado mucho más las expectativas de negocio, que todo lo demás.
Acaba de publicarse en estas páginas una entrevista con la opinión, más que cualificada de Pedro Arrojo (EL PAÍS, 11 de Enero 2004), cuya lectura es muy recomendable para todos, y debería ser obligada para los responsables políticos. Es enormemente ilustrativo. Sólo hay que leerlo para ver que las razones en contra, incluso de índole económica, están sólidamente fundadas. Para estar a favor, en cambio, un simple eslogan y un plato de paella no me parecen argumentos suficientes.
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