El fantástico mundo del dinosaurio
Una muestra del Museo Nacional de Ciencias Naturales desvela el origen y la extinción de estos remotos animales
El mito dinosauriano comienza en el Reino Unido en 1842. El famoso paleontólogo Richard Owen acuña el término 'dinosaurio' y con el escultor Benjamín Waterhouse Hawkins se encargan de que esa palabra se introduzca en lenguaje popular de millones de personas en todo el mundo. Dos siglos después, ¿quién no ha oído hablar de unos gigantescos animales que desaparecieron hace 65 millones de años?
El Museo Nacional de Ciencias Naturales inauguró ayer la muestra La mitología del dinosaurio, una atrayente exhibición compuesta de seis esqueletos a tamaño real que profundiza sobre el génesis y el fin de uno de los mitos naturales más desconocidos y, quizá por eso, más fantásticos.
La muestra ha sido financiada por el museo, el Gobierno de La Rioja y la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel. La exposición durará un año y rinde homenaje al Iguanodon, con una réplica exacta de la pieza elaborada hace 150 años por Richard Owen en el Museo de Historia Natural de Londres.
La vida del reptil ha sido la inspiración de innumerables relatos, películas y tebeos
El Iguanodon, uno de los primeros dinosaurios descritos (1825), fue recreado por Owen en 1854 como un gran mamífero cuadrúpedo. A comienzos del siglo XX, el naturalista franco-belga Louis Dollo comparó su aspecto con el de un enorme canguro, según un folleto del Museo Nacional de Ciencias Naturales. Este dinosaurio era bípedo, su cabeza se asimilaba a la de un caballo y era el que más abundaba en España.
José Luis Sanz, comisario de la muestra y catedrático de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid, celebró ayer el homenaje que se le rinde a este gran herbívoro y aseguró que servirá para alimentar la llamada dinomanía, la fascinación de las personas hacia los dinosaurios y su pasado remoto.
La muestra desvela un "icono cultural" a través de la apabullante producción cinematográfica, literaria y de cómic que ha inspirado el dinosaurio. Los hallazgos científicos más recientes, según los responsables de la exposición, permiten desvelar algunas realidades y romper viejos tópicos que han corrido de boca en boca. Por ejemplo, El Velociraptor en la película Jurassic Park (1993), que tuvo un costo de producción de 75 millones de dólares, fue aumentado en sus dimensiones para conferirle un aspecto tremendamente amenazador. Velociraptor, dice la exposición, era un carnívoro de sólo dos metros de longitud, emparentado con las aves y posiblemente cubierto de plumas. Pero no todo es ficción. El discurso fantástico puede sacarle ventaja a la calculada investigación paleontológica. En 1959, el superhéroe Superman, en un cómic, se enfrenta con un dinosaurio carnívoro con cuernos.
Una criatura de semejantes características era altamente improbable, sólo tenía espacio en la Revista Super
man (Ediciones Recreativas, México). La sorpresa no tardó mucho tiempo: en la década del ochenta, un dinosaurio casi idéntico fue hallado en Argentina, al que denominaron Carnotaurus, el toro carnívoro.
La exhibición señala: "la aparición de un dinosaurio genera de forma automática una confrontación con los seres humanos. El animal es finalmente destruido, ya que representa una clara trasgresión del orden social y natural".
La primera parte de Godzilla abrió en Japón el género kaiju eiga
(películas de monstruos grandes). En una de ellas, Godzilla arrasa cruelmente la bahía de Tokio. Pese a eso, este personaje, cuya creación, según los libretos, viene de una mutación producida por una bomba atómica en un dinosaurio, ha salvado a la humanidad de diversas agresiones, incluso extraterrestres. Todo, obviamente, dentro del imaginario universo del cine.
"Estos animales causan un apetito desordenado entre las personas, similar al que generan las estrellas del deporte o la vida social. La gente quiere saber cómo viven", afirmó el catedrático Sanz, en la presentación.
El entusiasmo ha llevado a que las miradas frente a los dinosaurios se dividan entre quienes piensan que el origen de estos animales fue natural, y los que creen que de por medio hay fuerzas sobrenaturales. En Cabo Espichel, en el extremo occidental de Portugal, los creyentes de ese sitio construyeron un monasterio. El cine, incluso, ideó el dinosaurio extraterrestre (Ymir).
El folleto del Museo Nacional de las Ciencias Naturales, con motivo de esta muestra, explica que ahí se revela el fenómeno cultural de la dinomanía. "Un impulso de rodearse de la iconografía dinosauriana de cualquier tipo para atesorar información sobre el tamaño, la vida y la forma" de unos animales que jamás vivieron con los humanos
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