Morir en la carretera
El balance de víctimas mortales en las carreteras españolas el pasado puente ha hecho saltar todas las alarmas, y es que este drama ha alcanzado límites insospechados que nos debe llevar a reflexionar acerca de un necesario y radical endurecimiento de las medidas a tomar contra aquellos conductores que, no sé si por imprudencia temeraria, alcohol,drogas de diseño o delirios de grandeza para demostrar a todos la calidad y potencia de su vehículo, toman la calzada con el objetivo de jugarse la vida, o, en el peor de los casos, quitárnosla a los demás, con todo lo que ello conlleva.
Los accidentes de tráfico van camino de convertirse en uno de los grandes problemas de España tras el paro, la delincuencia y el terrorismo, pues con este último término podríamos referirnos a aquellos que cogen el coche y lo manejan sin saber realmente lo que significa o la atrocidad que pueden cometer si no se conciencian de que la propia vida está en juego en décimas de segundo.
Por todo ello, las campañas televisivas me empiezan a parecer irrisorias en comparación con la magnitud de la tragedia que se vive en las carreteras. Piénsenlo un momento, y más ahora que llega la Navidad, ¿cuántas familias más van a quedar destrozadas? ¿cuándo se va a afrontar este problema con la seriedad que requiere? Es hora de actuar en consecuencia, y poco importa el estado del firme o las consecuencias provocadas por una climatología adversa. En España se conduce muy mal, y no se le puede dar el carnet a gente irresponsable y suicida que se niega a aceptar las normas.