Ni resistencia ni terrorismo
Pocos días después de aquel terrible 11 de septiembre, el presidente Bush proclamó que consideraba aquellos atentados una acción de guerra contra su país. Se nos explicó que la guerra del nuevo siglo era diferente de las conocidas hasta la fecha, y nos ilustraron acerca de sus características: sin localización fija, sin frentes, a menudo en cascos urbanos, con acciones sorpresivas y contundentes. Era la guerra del nuevo milenio. Hasta le dieron nombre: "guerra sucia". En definitiva, la doctrina oficial del imperio establecía formalmente la equivalencia entre guerra y terrorismo. Y ello ha servido para responder con una guerra al terrorismo, primero (Afganistán), y con otra guerra a la posibilidad del terrorismo, después (Irak).
Cuando el señor Aznar conmina a los diputados a definir el asesinato de nuestros militares en Irak, y fuerza a elegir entre los conceptos de "resistencia" y de "terrorismo", parece que ha olvidado la primera lección de su manual del buen aliado, a saber, que no hay diferencia entre guerra y terrorismo. O dicho en palabras de su jefe: "Estamos en guerra permanente y total contra el terrorismo". Por tanto, ni resistencia, ni terrorismo: guerra. Sólo guerra.
Lo malo es que, para el consumo interno, resulta mucho mejor decir que estamos en una misión de paz que en una misión de guerra...