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La incógnita del lugar de la reunión

La ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, preguntó el 20 de noviembre a su homólogo marroquí, Mohamed Benaissa, dónde iba a celebrarse la primera cumbre bilateral desde 1999. "No sé", contestó, "dependerá de dónde esté Su Majestad" Mohamed VI.

El 28 de noviembre, cuando faltaban 10 días para el desplazamiento de José María Aznar a Marruecos, los servicios de protocolo del Estado consideraron que ya era hora de saber a qué ciudad debía viajar y preguntaron a los servicios del primer ministro marroquí, Driss Jettu, que dieron por casi seguro que sería en Rabat.

Los españoles publicaron un comunicado anunciándolo, se dispusieron a enviar a Rabat a los escoltas que preceden a Aznar para comprobar las condiciones de seguridad y reservaron habitaciones, para séquito y prensa, en el Hotel Milton. "Espero que no me hagan lo mismo que los estadounidenses, que primero me bloquearon las habitaciones para la estancia de Colin Powell [secretario de Estado] y después cancelaron la reserva" porque se fueron a Marraquech, advirtió la recepcionista a una secretaria de la Embajada de España.

El 1 de diciembre por la noche, la agencia de prensa oficial MAP abrió su boletín informativo anunciando que Mohamed VI se había desplazado a Marraquech, dónde iba a recibir a Powell. Los españoles pensaron que la estancia del monarca sería de corta duración y que el lunes 8, el día en que empezaba la cumbre, ya habría vuelto a Rabat. Pero el 2 de diciembre las autoridades marroquíes comunicaron que había cambio de planes y que la cumbre se desarrollaría en Marraquech.

Al día siguiente escoltas y funcionarios de protocolo y de la Secretaría de Estado de Comunicación se precipitaban hacia la ciudad del sur. "Menos mal que no es temporada alta", se felicitaba uno de ellos, "porque de lo contrario hubiese resultado difícil alojar a todo el mundo".

Una cumbre con autoridades marroquíes siempre depara sorpresas. Desde hace cuatro años no había ninguna, a causa de la tirantez diplomática. Funcionarios españoles del servicio de protocolo se sienten ahora rejuvenecer.

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