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ANÁLISIS
Columna
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Cataluña y País Vasco

EN SU EMOCIONADA INTERVENCIÓN de la noche electoral, Carod-Rovira comunicó a sus seguidores que la llamada telefónica del lehendakari del Gobierno vasco le había resultado la felicitación más significativa; tal vez para mostrar las semejanzas entre el programa máximo de ERC y la Gran Euskal Herría situada al final del camino del plan Ibarretxe, confesó a renglón seguido su sueño de un "país entero" integrado por el Principado, el País Valenciano, Baleares y los territorios meridionales franceses de habla catalana. Mientras el secretario general de EA se identificaba únicamente con el éxito de Carod-Rovira, los portavoces del PNV incluían en los aplausos a CiU. La creencia del nacionalismo vasco gobernante en que las elecciones catalanas del 16-N "refuerzan" la propuesta del lehendakari de un nuevo Estatuto Político para el País Vasco -confederal a corto plazo e independentista a largo término- quedó confirmada por las declaraciones de Carod-Rivera al diario Deia, según las cuales la materialización de su proyecto de gobierno cuatripartito de concentración con CiU, PSC e ICV sería para Cataluña "un instrumento semejante" al plan Ibarretxe.

La actitud frente al terrorismo mantenida por el nacionalismo catalán -tanto CiU como ERC- desde el comienzo de la tran- sición marca una divisoria de aguas respecto al nacionalismo vasco gobernante

La inquietud suscitada por esa incoada concertación de los nacionalismos vasco y catalán puede dar lugar a un alarmismo exagerado. Patxo Unzueta ya señaló -'Catalanes y vascos (y viceversa)', Memoria de Catalunya. Taurus, 1997- que "la relación entre ambos nacionalismos ha sido asimétrica": la fascinación catalana por el "oasis foral" vasco no fue correspondida nunca por Sabino Arana, que negó la existencia de una "fraternidad política y de aspiraciones" entre vascos y catalanes. Ese tajante dictamen no era sólo fruto de lecturas, sino también de experiencias y observaciones directas; el fundador del PNV (1865-1903) vivió cinco años -entre 1883 y 1887- en Barcelona: Javier Corcuera muestra en La patria de los vascos (Taurus, 2001) la decisiva importancia de ese periodo juvenil en la formación de la ideología nacionalista de Arana.

Un artículo suyo publicado por la revista Bizkaitarra en 1894 -'Errores catalanistas'- afirmaba que "no es razonable la alianza de los catalanes y de los bizcainos, pues no son semejantes los sujetos, Bizcaya y Cataluña, ni se parecen por su desgracia, ni tienen un enemigo común, ni son las mismas sus aspiraciones". Otro artículo publicado en 1895 por La Patria -'Carta a Don J. M.'- concluía que Cataluña, a diferencia de Euskadi, es una "región de la España étnica". Sabino Arana fulmina en 'El catalanismo' -publicado por la revista Baserritarra en 1987- a quienes "confunden las especies" y pretenden equiparar los derechos y aspiraciones de catalanes y vascos: "Cataluña es española, por su origen, por su naturaleza política, por su raza, por su lengua, por su carácter, por sus costumbres".

José Luis de la Granja estudia en una excelente obra de fecha reciente (El siglo de Euskadi. Tecnos, 2003) la historia de los acuerdos suscritos entre los nacionalismos perífericos, desde la Triple Alianza de 1923 hasta la Declaración de Barcelona de 1998, pasando por la Galeuzca de 1933. La Triple Alianza, Galeuzca y los proyectos del exilio republicano se caracterizaron no sólo por su corta vida, conflictos internos y escasa incidencia política, sino también por su heterogeneidad: la equiparación de los nacionalismos catalán y vascos al comienzo de la Segunda República incurre -a juicio de Anna Sallés y Enric Ucelay de Cal- en una analogía falsa. La actitud frente al terrorismo marca la actual divisoria de aguas entre ambos nacionalismos. A diferencia de las ambiguas relaciones del PNV y ETA, desde la transición el nacionalismo catalán ha combatido el terrorismo dentro de su comunidad con claridad y firmeza: los atentados de Terra Lliure y de otros grupos independentistas nunca recibieron de CiU y ERC la cobertura de justificaciones políticas y de atenuantes morales dispensada a los crímenes de ETA por el nacionalismo vasco gobernante.

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