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PRIMER ANIVERSARIO DEL DESASTRE DEL 'PRESTIGE'

Un quebradero de cabeza a 3.600 metros de profundidad

El Gobierno ha gastado ya 30 millones de euros en estudios sobre cómosacar el fuel del pecio, pero aún no ha tomado la decisión definitiva

Carlos E. Cué

Ha pasado un año desde que Mariano Rajoy, entonces vicepresidente primero, prometió que el fuel que el Prestige se llevó al fondo del mar al hundirse se iba a solidificar. Aún no lo ha hecho, ni lo hará nunca. Los expertos de Repsol aseguran que han logrado sellar todas las grietas, que ya no fluye nada, que no supone una amenaza al menos en los próximos 20 años, pero saben que allí abajo tienen un problema de 13.800 toneladas, y están gastando mucho tiempo y dinero -30 millones de euros desde julio- en ver cómo lo resuelven. Desde que se hundió el barco a 3.600 metros de profundidad en un lateral del banco de Galicia, se han estudiado múltiples soluciones para recuperarlo y se han hecho decenas de pruebas e inmersiones de robots y personas, pero aún no se ha tomado una decisión definitiva.

El comité científico dijo que el problema debía resolverse antes del otoño de este año
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La historia de la extracción del fuel que queda en el Prestige es una sucesión de retrasos y rectificaciones. En febrero, el Comité Científico Asesor, dependiente del Gobierno, concluyó después de intensos estudios que la mejor opción era extraer el fuel mediante bombeo. Y dijo que esa solución definitiva debía estar terminada "antes del final del otoño de 2003". Hasta ahora sólo se han hecho las pruebas, no de la extracción por bombeo, sino de un sistema mediante flotación de bolsas llenas de fuel. La extracción en sí comenzará en la primavera de 2004, para concluir a finales de verano. Esto es, como pronto, nueve meses más de lo previsto por el Comité Científico.

Nada será ni parecido a como se lo imaginaron los expertos del comité. El coste de la extracción por bombeo -previsto entonces con la introducción de aceite con tuberías para rebajar la densidad del fuel- se situó en los 230 millones de euros. Fuentes del comité aseguran que el sistema de bolsas se llegó a contemplar, pero se descartó por su dificultad.

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Sin embargo, ése es precisamente el elegido por las seis petroleras, lideradas por Repsol-YPF, a las que el Gobierno encargó los trabajos. Y con este método el coste ha bajado hasta los 60 millones de euros.

El diseño de las propias bolsas ha cambiado varias veces, desde las iniciales esferas hasta los zepellines de ahora. Tanto que aún no se ha decidido cuál será su dimensión definitiva -se barajan capacidades entre 100 y 300 toneladas- ni el material del que estarán hechas. Las que se han probado son de PVC por dentro y de la tela de la zodiac por fuera, pero el hecho de que la primera que se utilizó el pasado 12 de octubre se rompiera cuando entró en el barco recogedor hace pensar que tal vez no sean suficientemente resistentes.

Desde Repsol se minimizan todos los problemas, se recuerda que se está innovando todo el tiempo porque no hay precedentes de operaciones como ésta y se asegura que todos los cambios han sido para mejorar. "La rotura es una anécdota que decidimos contar por nuestro afán de transparencia. No hay ningún riesgo", explica Ramón Hernán, director técnico de la petrolera y responsable de este proyecto.

Lo cierto es que también se han cambiado los planes para la solución alternativa. El comité recomendó un encofrado de los dos pecios -proa y popa, situadas a una distancia de 3,5 kilómetros- que costaría unos 130 millones de euros, según sus cálculos. Ahora se propone una marquesina que tardaría seis u ocho meses en fabricarse, con un valor de 100 millones.

A pesar de que técnicamente es mucho más compleja, porque incluye una cámara que recoge el fuel vertido y se puede calentar para hacerlo subir con una tubería flexible, es más barata. Sobre todo porque sólo hace falta una, y no dos, ya que en la popa no se va a hacer nada. Era precisamente la parte del barco más compleja de tratar, porque quedó encallada en una pared del banco de Galicia con una inclinación del 30%. Las 700 toneladas de fuel que quedan allí dentro son "despreciables" para Repsol y para el Gobierno, así que se tratarán simplemente con bacterias que se comen el chapapote. Por eso sólo se preocupan de las 13.100 toneladas que hay en cuatro tanques de proa.

Si las medidas para hacerse cargo del problema han ido cambiando, las dimensiones del asunto han sufrido un vuelco radical. Primero el Gobierno sostuvo que apenas se había perdido combustible al romperse el barco, porque ya había salido todo. Las evidencias de la enorme mancha que se veía en la zona del hundimiento le hicieron cambiar de idea. Aun así, durante meses se pensó que los dos pecios tenían unas 50.000 toneladas dentro de sus tanques.

En febrero, el comité ya bajó esa cifra hasta los 37.500. Sólo en agosto, tras una inspección más detallada, Mariano Rajoy, una semana antes de ser nombrado sucesor de José María Aznar, anunció con alegría la sorpresa: en los pecios sólo quedan 13.800 toneladas. Nada quiso decir, ni él ni el presidente de Repsol, Alfonso Cortina, que le acompañaba en Vigo en una presentación de los trabajos de recuperación, sobre las 64.000 que habían salido, algunas de las cuales andan todavía desperdigadas por el mar y siguen, aún hoy, llegando a las playas gallegas y cantábricas. Anteayer entró en un arenal gallego, nueve asturianos, 20 cántabros y tres vascos. Y así cada día desde hace un año.

Los cálculos siguen en la indefinición. En Repsol aseguran que se podrá sacar casi todo el fuel antes de que llegue el otoño de 2004, y con él el mal tiempo. Del resto, que quedará pegado a las paredes de los tanques, se ocuparán las bacterias. Pero ni siquiera saben exactamente cuántas bolsas tendrán que utilizar y cuánto tardarán. En la prueba del pasado 12 de octubre, el fuel fluyó a 6 metros cúbicos por hora, en vez de los 30 previstos. Ramón Hernán dice que eso cambiará cuando se trabaje "a ritmo industrial". Cuatro horas tarda la bolsa en bajar, y otras tantas en subir. En 18 horas se recuperaron sólo 125 toneladas, un ritmo muy lento. Hernán prefiere ver el vaso medio lleno: "Ya hemos sacado casi el 1% de lo que hay".

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