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Crónica:LA CRÓNICA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Prohibido enamorarse a los 50

Me voy a ver al consejero de Cultura, un hombre al que admiro, para preguntarle por qué el escritor Quim Monzó no tiene la Creu de Sant Jordi y, en cambio, sí la tiene la escritora Olga Xirinacs. Y ya puestos, para preguntarle también por qué la cantante Núria Feliu la tiene y el grupo musical Els Pets no la tiene. Me ha dado por ahí, porque el mandato de Jordi Pujol termina la semana entrante. El año que viene, el Departamento de Cultura ya no concederá las cruces en un acto presidido por él. La cosa es simbólica. Leo en el opúsculo que me han facilitado en el departamento que en estas dos décadas se han concedido las medallas a "aquellas personas naturales o jurídicas que, por sus méritos, hayan prestado servicios destacados a Cataluña en la defensa de su identidad o, más generalmente, en el plano cívico y cultural". Por eso, los peluqueros Llongueras e Iranzo la tienen. Claro que Terenci Moix también prestó sus servicios y no se la dieron. La cruz no es cualquier cosa. Lo escribía Sergi Pàmies en un magnífico reportaje del Quadern del 10 de junio de 1999 (que yo no hago más que recuperar): "En Francia está la Légion d'Honneur. En España la Gran Cruz de Isabel la Católica. Y en Cataluña la Creu de Sant Jordi".

Creus de Sant Jordi: ¿por qué unos sí y otros no? Depende de muchas cosas: la edad, la proximidad de otros premios, etcétera

Saludo al consejero Vilajoana, me bebo el café que me pone y le pregunto por lo mío. Me explica que, a la hora de conceder las cruces, reciben muchas peticiones, que tienen en cuenta. Además, buscan equilibrio territorial, de profesiones y también de edad. "Hay ciertas edades en las que una persona puede tener un comportamiento ejemplar, pero después cambiar. Si le doy la cruz a un chico o una chica de 30 años puede pasar que a los 40 cambie. Hubo una persona, extranjera, a la que dimos la cruz. Tenía un comportamiento maravilloso. A los 50 se enamoró y se transformó en una especie de cosa extrañísima. Imagínate que te doy la Creu a ti...". Le interrumpo agradecida para decirle que gracias, que es un honor, pero que no puedo aceptarla (de momento). "Claro, consejero, yo podría empezar a drogarme pasado mañana", le ayudo. "No, pero podrías llegar a la conclusión de que esto del catalán y la literatura catalana es una tontería". Qué gran verdad. Y para que vea que le comprendo, le recuerdo el caso de los de La Cuadra de Sevilla. Les dieron la Creu de Sant Jordi y ¿cómo se lo han pagado? Saltándose a la torera (no sé si pillan el chiste) las leyes de la Generalitat en materia taurina. Eso por no hablar de Josep Maria Flotats.

"Con un escritor como Quim Monzó yo entiendo que tengo que esperar un poco más", me explica contestando a mi pregunta. "A veces esperamos un aniversario. La Fura dels Baus, por ejemplo, cumplirá sus 25 años, ahora". ¡Hombre! Pues esto me lleva a pensar que Jaume Vallcorba, editor de Quaderns Crema (que el año que viene celebrará el 25º aniversario de su fundación), ha recibido montones de llamadas erróneas de felicitación por la Creu de Sant Jordi. En realidad, a quien se la han concedido es a Jaume Vallcorba i Rocosa. Cuando Vallcorba aclara a los periodistas que el galardonado es su padre, impulsor del catalán, ellos le contestan: "Pero, entonces, tu padre ¿tampoco la tenía?". En cambio, a los editores Carlos Barral, José Manuel Lara y Joan Grijalbo les fue concedida, y este año se la han dado a Xavier Folch, de Edicions 62. Pero, claro, lo de enamorarse a los 50 y volverse raro me parece un argumento de peso para no dar la Creu. Esto podría explicar por qué Marina Rossell tiene la Creu de Sant Jordi y Pau Riba, no. Y por qué la dibujante Pilarín Bayès tiene la Creu de Sant Jordi y el fallecido Perich no la tuvo. Y por qué Comediants, sí y Paco Morán y Joan Pera, no. Y Dagoll-Dagom, sí y Els Joglars, no. El académico Fernando Lázaro Carreter la tiene. El filólogo Joan Solà, no. El deportista Epi, sí. El deportista Cruyff, no. La periodista Montserrat Minobis, sí. El periodista Josep Pernau, no. Y el solidario José Maria Mendiluce, sí, mientras que el solidario Vicente Ferrer, no. Sinceramente, Mendiluce me parece más propenso al amor. También explica que los de El Terrat, los de Kràmpack, así como Mikimoto y Toni Clapés, no la tengan (con éstos, nunca se sabe). Pero, por alguna razón, no me imagino a Antoni Bassas y a Josep Cuní (dos personas sin Creu de Sant Jordi) decidiendo que lo del catalán es una tontería. Vamos, que no los veo con menos conciencia linguística que a Luis del Olmo e Iñaki Gabilondo (que sí la tienen). "Muchas veces hay primas", me explica el consejero. "Por ejemplo, las mujeres tienen prima, porque la merecéis. Intentamos equilibrar profesiones, territorio... A veces coincide en que estas personas han tenido un premio recientemente. Por ejemplo, Bassas ha tenido el Premi Nacional de Periodisme. Y Quim Monzó ha tenido el Nacional de Literatura. Cuní, no lo sé, ahora... Son personas que entendemos que su labor tendrá un reconocimiento. Pero Quim Monzó la tendrá, la tendrá".

Así pues, catalanes sin medalla, no desfallezcáis. Igual, el nuevo presidente os tira los tejos. Amigos Maruja Torres, Ventura Pons, Carmen Balcells, Montserrat Caballé, Manuela de Madre, Paco Morán, Joan Pera, Lluís Pasqual, etcétera. Por vuestro bien, a partir de ahora no os enamoréis. A no ser, claro, que os haga más ilusión que os regalen la medalla del amor.

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