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Reportaje:

La guerra del gas divide a Bolivia

La reacciones populares contra Chile amenazan la masiva exportación gasífera

Las expectativas del Gobierno boliviano de consolidar la venta de gas a Estados Unidos y México están en la cuerda floja debido a la reacción popular alzada en contra y que acaba de conformar una Dirección Única de Defensa del Gas en la ciudad de Cochabamba, una plataforma compuesta por sindicatos, productores de hoja de coca, obreros, pequeños comerciantes y el principal partido de la oposición, el Movimiento al Socialismo.

Por su parte, el ministro de Hidrocarburos, Jorge Berindoague, confirmó que las empresas interesadas (Sempras y LNG, de la que forma parte RepsolYPF) en llevar gas natural boliviano a los mercados norteamericanos se reunirán, con el auspicio boliviano, el fin de semana en EE UU para analizar un nuevo borrador de contrato. Las negociaciones para llevar gas a California y México implican la construcción de un gasoducto hasta una planta GTL (conversora de gas a líquido) en un puerto sobre el Pacífico para su transporte marítimo hasta otra planta en México. Sin embargo, Bolivia no tiene costa (está encerrada entre la cordillera andina y la selva amazónica) y el puerto de salida no ha sido determinado aún por ser un tema altamente conflictivo.

Existe un rechazo a la exportación de gas hasta que no se extienda su uso doméstico
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El objetivo del Gobierno boliviano, según expresó la semana pasada en Madrid, el ministro de Economía, Javier Comboni, es "concienciar a la población boliviana de la necesidad de cerrar un contrato de exportación de gas, ya que el tamaño de la inversión alcanzaría al 65% del PIB cuando esté operativo, previsiblemente en 2008", informa Pablo Martínez. Según Comboni, la reacción hostil del pueblo a la exportación, se produce porque la población rechaza que Chile se beneficie de la comercialización del gas boliviano a través de un puerto de salida.

Este es uno de los principales reclamos realizados por la Dirección Única de Defensa del Gas, que atañe a una centenaria herida abierta en el sentimiento nacional contra Chile, que mantiene la soberanía sobre los 120.000 kilómetros cuadrados de litoral que fue boliviano hasta la Guerra del Pacífico de 1879. Bolivia tiene la alternativa de elegir un puerto peruano, pero las condiciones financieras y técnicas establecen inequívocamente que es un puerto chileno el que debe servir para exportar el gas.

Pero el Gobierno boliviano se enfrenta a un segundo obstáculo: existe una creciente corriente ciudadana que rechaza la exportación del hidrocarburo hasta que no se extienda su uso doméstico e industrial. No se discuten los beneficios que proporcionaría la exportación, sino el acceso previo del pueblo boliviano y las reticencias a que Chile salga beneficiado de todo el asunto.

El Gobierno ha comenzado un plan de conexión domiciliaria de gas y espera beneficiar a 250.000 viviendas en los próximos meses. Pero se considera insuficiente, aunque las reservas de gas pueden cubrir varios siglos las necesidades bolivianas. Bolivia es la segunda potencia gasífera de la región después de Venezuela. El presidente Gonzalo Sánchez de Lozada ha reiterado en los últimos días, tras las manifestaciones de protesta ciudadana contra la venta del gas, que los beneficios de esta operación se destinarán exclusivamente a financiar proyectos de salud y educación para los 8,4 millones de habitantes de Bolivia, que viven en condiciones míseras.

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