Cuántos clientes
Entra, confía y tarde o temprano saldrás defraudado. Confiar es creer y por lo tanto depositar en uno, sin más seguridad que la buena fe todas nuestras esperanzas; pero no ha dado resultado. No me han contestado a dos cartas y a dos e-mail enviados y han pasado ya dos meses. Como toda respuesta una llamada-sondeo.
Después de cuarenta años de relación económica (toda mi vida comercial) me remiten al defensor del cliente y puedo reclamar a partir de diez millones de pesetas. Soy un particular y no me siento despechado ni ridiculizado (como tampoco creo lo esté el señor Ibarretxe con respecto al señor Aznar) sino defraudado. Nunda he sido consciente de que me hubieran dado de comer todo este tiempo, pero... ¿Y a usted cómo le va? No se lo calle comuníquelo. Un banco (aunque a veces lo parezcan) no es todo poderoso.