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Crítica:SANTANDER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La revolución en voz baja de Gubaidulina

Este año la novedad del Encuentro de Música y Academia santanderino se llama Sofia Gubaidulina, que ha llegado como compositora residente. Una sensibilidad aguda, una potencia imaginante, una renovadora profunda, una revolución en voz baja. Gubaidulina disfruta estos días de un Santander soleado y de un trabajo que le permite ensayar sus obras para explicarlas luego a través de versiones magistrales en las que comparten atril y calidad profesores y discípulos.

Pienso que, de haberla conocido, Eugenio D'Ors habría calificado a Gubaidulina de conmovedora. Menuda, sin pretensión vanidosa de liderazgo, puede ejercerlo por saber, entrega y pasión a la hora de convertir en hecho musical sus ideas y creencias. Cuando escuchábamos Las siete palabras de Cristo en la cruz, dirigidas con amor y precisión por Peter Csaba, algo muy íntimo, como de confesión, invadía nuestro ánimo ante el trabajo de conjunto y en las voces contrastadas del acordeón y el violonchelo. Siente cierta predilección Gubaidulina por este instrumento, que en su pensamiento y en su tratamiento suena de otra manera: sin acidez ni quiebro popular, sino como vehículo del sentimiento.

En este sentido, De profundis, para acordeón solo, resultó sorprendente porque parece rezo y música pobre con mucha luz al fondo, oficiada por Philippe Bourlois. Otra voz sola, la del piano, nos trajo de manos del finlandés Joonas Ahonen una sutil renovación de las formas clásicas, mientras el flautista español Álvaro Octavio Díez y la pianista china Tenya Bannister evocaban la rusticidad de carácter popularista convertida en algo refinadamente culto.

La sala grande del Palacio de los Festivales se abrió al arte de Gubaidulina, nacida en 1931, congeneracional de Boulez, Berio o Cristóbal Halffter. Se trata de un mero dato cronológico, ya que el triunfo y la perdurabilidad de una obra como la de la compositora rusa son los de la individualidad admirable que provoca con la admiración una entrañable solidaridad: la que inunda el Santander musical al que Paloma O'Shea y su empresa han rendido uno de los más valiosos regalos.

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