_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ocultación masiva

No habrá ni comisión parlamentaria de investigación sobre el accidente del Yak 42 ucranio en el que perdieron la vida 62 militares españoles, ni explicaciones de la información de que dispuso el Gobierno sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Irak. El PP y su presidente del Gobierno se han cerrado en banda en dos cuestiones que tocan a cuestiones militares. No es ése un comportamiento propio de una democracia madura. Puede tomar ejemplo de Blair, que niega toda manipulación de los datos: el primer ministro no declarará personalmente en la Comisión de Westminster sobre Irak, pero sí lo harán sus ministros.

La negativa de Aznar y del PP a informar sobre su conocimiento -o desconocimiento- de las supuestas armas de destrucción masiva en Irak es doblemente grave. Por una parte, esconde una información, o desinformación, que llevó a una guerra en cuya escenificación colaboró plenamente Aznar. Por otra, si como mantiene el portavoz parlamentario del PP, Luis de Grandes, España no disponía de fuentes de información propia, envió tropas, aunque fuera en misión sanitaria, sin una valoración de la Central Nacional de Información (CNI). No es creíble, pues uno de los deberes del antiguo CESID es, justamente, hacer este tipo de evaluaciones. Dado que hay servicios secretos involucrados, al menos el Gobierno y el CNI deberían dar explicaciones en la Comisión de Secretos Oficiales.

No estamos ante el intento de "revolver un poquito para conseguir una prórroga del conflicto de Irak", como afirma De Grandes, sino ante una merma de credibilidad en todo lo que dice el Gobierno, incluido lo referente al Yak 42. Aznar no sólo repitió hasta la saciedad que el régimen de Sadam Husein disponía de esas armas, sino que éstas, en su supuesta confluencia con grupos terroristas, planteaban una amenaza para España. ¿En qué basaba su rotunda afirmación?

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Ampararse ahora en la famosa resolución 1.441 del Consejo de Seguridad constituye un intento de desviar la atención. El corazón decisorio de la ONU nunca llegó a constatar que Sadam Husein hubiera incumplido esta resolución. Y en unas sonadas declaraciones de despedida a The Guardian, el jefe de los inspectores de la ONU, Hans Blix, ha calificado de "bastardos" a ciertos miembros de la Administración de Bush que no pararon de minar su posición.

Las armas de destrucción masiva no aparecen. Los vínculos del régimen de Sadam Husein con Al Qaeda tampoco. Y sin embargo, el Gobierno persiste en su discurso, que en el caso de Rajoy alcanza lo grotesco. Según el vicepresidente del Gobierno, "toda la comunidad internacional, salvo el PSOE", tiene la certeza de que Irak poseía este tipo de armas y es el derrocado Gobierno de Sadam Husein el que debe desvelar dónde se hallan. La posibilidad de que grupos terroristas se hagan con ellas resulta ciertamente espeluznante. ¿Pero cómo creer a Aznar, Bush o Blair el día en que vuelvan a agitar este espectro, como Washington ya está haciendo con Irán? Con la paz aún no plenamente asentada en Irak, la guerra por la verdad sigue en curso.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_