El programa suizo para drogadictos
He leído el artículo publicado en su periódico sobre el programa suizo de dispensación de heroína, que me produce al tiempo una gran satisfacción y una honda tristeza.
Los datos aseguran que ninguno de los 1.500 participantes ha contraído VIH, que los delitos relacionados con la adicción disminuyen un 80%, que ha mejorado su calidad de vida, el estado sanitario y su estabilidad psiquiátrica. Tampoco ha muerto ninguno por sobredosis.
Mi satisfacción la provoca el hecho de que es posible, a partir de estos datos, establecer este tipo de programas para ayudar a los adictos y eliminar las trabas que ha puesto el Gobierno de la nación a experiencias parecidas en diferentes comunidades autónomas. No entiendo por qué el Gobierno pone trabas a un programa piloto dirigido por profesionales de la sanidad pública.
Mi tristeza por las decenas de miles de personas muertas por sobredosis, VIH, hepatitis y otras enfermedades relacionadas con la heroína en los últimos 20 años; por los miles de presos que han agonizado dentro de las cárceles como animales, infectados por no poder disponer de jeringuillas, y por los que permanecen encerrados por delitos ocasionados para conseguir la droga. También por los enfermos que viven bajo puentes, en basureros, en condiciones infrahumanas; obligados a ejercer la prostitución, víctimas de malos tratos y el abandono de las instituciones.
La negación de los gobiernos a afrontar con seriedad el problema, empleando sólo la vía represiva, ha ocasionado este drama que ni siquiera han cuantificado convenientemente. Los grandes traficantes parecen ser los únicos beneficiados de este asunto, y el dinero blanqueado no ha tenido problemas para camuflarse en los bancos y grandes negocios del país.
Mientras tanto, otras drogas como el alcohol y el tabaco (expedidas y publicitadas sin problemas) causan la muerte en España a más de 300.000 personas al año y miles de millones en gastos sanitarios. Otras drogas psicoactivas son los best-sellers de las farmacias, y, a pesar de los problemas médicos y psicológicos que causan, no tienen problemas, porque
cuentan con el beneplácito de Estados Unidos, máxima autoridad para decidir si las drogas son o no legales. Si alguien lo entiende, le ruego que me lo explique.
