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Reportaje:

La becaria de Kennedy

Sale a la luz, después de 41 años, la relación entre el presidente y una estudiante

Enric González

"He guardado el secreto durante 41 años", dijo. "Es un alivio poder contárselo a mis hijas y descargar de mis hombros este peso". En realidad, Mimi se habría llevado el pequeño secreto hasta la tumba. Nunca le dijo nada a su marido, ya fallecido, y el asunto no formaba ya parte de su vida de viuda y abuela acomodada, con apartamento en el Upper East de Nueva York y trabajo voluntario en una iglesia presbiteriana de la Quinta Avenida. Pero de pronto, 41 años después, la gente quiso saber quién era Mimi, quién era la becaria que, mucho antes de Mónica Lewinski, había retozado con un presidente en el Despacho Oval. Y Marion Fahnestock se presentó ayer ante el público con unas escuetas declaraciones a los periodistas que la esperaban junto a la iglesia: "Sí, soy yo".

"Yo tenía 19 años, era muy joven, muy inocente, y aquél era mi primer empleo", dijo ayer Mimi

La satiriasis del presidente John F. Kennedy estaba ya bien documentada. Antes de casarse e instalarse en la Casa Blanca había mantenido muchos encuentros sexuales, generalmente breves, generalmente fríos. Ya casado y ya presidente, la lista de amantes siguió alargándose: Pamela Turnure, secretaria de su esposa, Jackie; Mary Pinchot Meyer, cuñada del periodista Ben Bradlee; dos secretarias de la Casa Blanca que se alternaban en la tarea de "relajar" a Kennedy y eran conocidas como Fiddle y Faddle; Judith Campbell Exner, amante también del mafioso Sam Giancana; Marilyn Monroe...

Pero una biografía del presidente recién aparecida en Estados Unidos, bajo el título Una vida inacabada, hablaba también de una misteriosa becaria de 19 años, "alta, esbelta, hermosa", que trabajó durante dos veranos en el departamento de prensa de la Casa Blanca pese a "carecer de aptitudes" y ser incapaz de escribir a máquina. El autor de la biografía, Robert Dallek, un profesor de la Universidad de Boston especializado en la historia de la presidencia y autor de una monumental biografía de Lyndon B. Johnson, no hacía más que alguna referencia de paso sobre la becaria. Había que hacerla, porque Kennedy no sólo mantuvo con Mimi una relación relativamente larga y procuraba tenerla cerca del Despacho Oval, sino que la invitaba al avión presidencial, el Air Force One, e incluso la llevó consigo a una cumbre en Bahamas con el entonces primer ministro británico, Harold MacMillan. "Si paso tres días sin hacer el amor sufro terribles dolores de cabeza", le explicó Kennedy a MacMillan.

Una vida inacabada es una excelente biografía de John F. Kennedy, quizá la mejor hasta la fecha. Y, sin embargo, el detalle que atrajo la atención de los estadounidenses fue el hecho de que Kennedy también hubiera sido un modelo para Bill Clinton en lo tocante a becarias. Hasta la prensa más sesuda empezó a buscar a Mimi.

El Daily News neoyorquino fue el primero en dar con ella y en relatar su historia. Marion Fahnestock, Mimi, visitó por primera vez la Casa Blanca en la primavera de 1961 como enviada especial del diario de su escuela, la Miss Porter School de Connecticut. Su misión era entrevistar a la nueva primera dama, Jacqueline Kennedy, ex alumna de Miss Porter. Pero Mimi no llegó a hablar con Jackie. Quien conversó con ella fue el mismísimo presidente. Un año después, de forma inesperada, recibió una oferta para trabajar como becaria en la Casa Blanca.

"Yo tenía 19 años, era muy joven, muy ingenua y muy inocente, y aquél era mi primer empleo", dijo Mimi. La relación con el presidente empezó de inmediato y duró hasta octubre de 1963, cuando terminó su segundo contrato e ingresó en la universidad. Unas semanas después, el 22 de noviembre de ese año, John F. Kennedy fue asesinado en Dallas.

Mimi se casó al año siguiente con Anthony Fahnestock, ya fallecido. Tuvo dos hijas y hoy es abuela de cuatro nietos. Nunca quiso decir nada sobre su relación con Kennedy. Durante el escándalo de Mónica Lewinski debió sonreír en silencio.

Cuando apareció el libro de Dallek decidió hablar por fin y contó el secreto a sus hijas. "Es un regalo que mis hijas sepan ese fragmento de mi historia; me apoyan totalmente", declaró al Daily News. Ayer, con todas las cámaras del mundo siguiéndola por la Quinta Avenida, Mimi se mantuvo discreta. El pastor de su parroquia declaró que "la señora Fahnestock" era "una ciudadana modélica y un miembro importante de la congregación" presbiteriana y contaba "con todo el apoyo" de la parroquia. Ella expresó el deseo de que la tormenta de popularidad pasara pronto: "Tengo un empleo maravilloso, una familia cercana, muchos amigos... tengo una vida que vivir".

Marion Fahnestock, <i>Mimi</i> (con gafas), ayer en Nueva York.
Marion Fahnestock, Mimi (con gafas), ayer en Nueva York.ASSOCIATED PRESS

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