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Reportaje:ELECCIONES 25M | Retratos y perfiles

Motril, ¿campo o playa?

La localidad granadina crece con la duda de decidirse por el fomento del turismo o de la agricultura intensiva

Javier Arroyo

Motril vive en un permanente boom de la construcción desde hace años. En la última década se han construido 5.500 pisos nuevos. La ciudad, con 52.000 habitantes, cuenta con un parque de viviendas de cerca de 28.000. Si a este dato estadístico se añade el visual de comprobar dando un paseo por la ciudad el trasiego constante de gente que va y viene, se intuye que el pulso vital y económico de la localidad es bueno. Entre la agricultura bajo plástico y el turismo, Motril ha conseguido desarrollarse y ser capaz de enfrentarse al futuro con buenas expectativas. Francisco Blanco, un jubilado que toma el sol frente al ayuntamiento, lo confirma: "En Motril se vive muy bien, tanto que la ciudad ha crecido de 20.000 a 60.000 habitantes en cuarenta años". Y concluye: "A los motrileños les gusta mucho su pueblo y están contentos en él!, dice el jubilado, algo que no ocurre en todos los pueblos.

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Pero son precisamente las fortalezas de la localidad las que plantean el principal dilema cara al futuro. Motril tiene muchas cientos de metros tapados por plástico en los que se cultivan hortalizas y frutas tropicales. A la vez, los miles de apartamentos construidos son, en gran parte, residencias para vacaciones. En este momento, la ciudad se pregunta: ¿turismo o agricultura?; o mejor, turismo y agricultura pero, ¿en qué proporción?. Yolanda es peluquera y tiene motivos para mirar al futuro con esperanza. Dará a luz en julio. Su opinión es "que hacen falta más hoteles, restaurantes y menos mentalidad de campo".

Una paradoja de Motril es que, a pesar de ser un centro turístico, sólo tiene dos hoteles, ambos de dos estrellas. María, trabajadora de una empresa de limpieza resume sus creencias: "Más hoteles, más turismo y más trabajo... y más limpiezas en las playas". Todo el mundo en Motril parece estar de acuerdo en que el turismo tiene mucho recorrido por delante.

Uno de los aspirantes a la alcaldía, el andalucista Antonio Escámez, pone la carretera de acceso a la ciudad (paralela a la costa y situada a dos o tres kilómetros de ella) como frontera entre ambas riquezas: "De la carretera hacia la montaña, agricultura; de la carretera hasta el mar, turismo. Esa debe ser la opción". Además, según Escámez, los invernaderos que se construyan en el futuro no podrán ser visibles desde las zonas que el plan urbanístico reserva para urbanizaciones.

La pesca es otra de las riquezas conocidas de Motril. La realidad parece bien diferente. Manolo Sánchez es pescador y pasa parte de las mañanas sin trabajo a que le obliga la parada biológica de la flota en el bar de la lonja, en el puerto de Motril. El puerto está a poco más de un kilómetro de Motril ciudad y a su alrededor se ha creado un barrio muy diferente de la propia ciudad; es mucho más deslavazado, solitario y sucio. En el bar de la lonja, Manolo, y otros compañeros, como Martín, se queja de que los pescadores estén "olvidados por todos y, por supuesto, por el Ayuntamiento". Según cuentan los trabajadores del mar, de ellos sólo se acuerdan para los impuestos.

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En Motril hay gobierno socialista desde el principio de la democracia y, como en casi todas las localidades donde un partido lleva tanto tiempo en el poder, los motrileños dan por hecho que el PSOE volverá a ganar, incluso si, como es el caso, el alcalde no repite.

Manuel García Gámez, propietario de un bar, es de los que cree que es hora de cambiar aunque no cree vaya a ocurrir: "Tenemos un hospital saturado, no hay estación de autobuses y seguimos sin buenas comunicaciones". Ivana, otra limpiadora, añade a la lista de quejas, la labor de la policía municipal, solícita para poner multas y ausente para los delitos.

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