'Matrix': ¿el cine o la vida?
La segunda e inminente entrega de The matri
x (Matrix reloaded) es la actual portada de la revista Time. No es ésta, sin embargo, la auténtica noticia. La revista y los estudios Warner Bros pertenecen al mismo grupo, AOL Time Warner, y entre sí se aparean, se potencian y se multiplican. La verdadera noticia consiste en haber llegado, en 2003, al punto histórico en que la ficción del filme se corresponde con la casi inmediata filmación del mundo. O lo que es lo mismo: se llega a la zona histórica en la que la ficción se cruza con la realidad y el producto mistificado es la materia prima del mundo.
Hasta los años setenta los productos de ciencia-ficción anticipaban el futuro con decenios de sobra, pero ahora la aceleración tecnológica real lleva a un área desconocida que los "transhumanistas", "poshumanistas" y "extropianos", gentes que sopesan y vislumbran la condición y el sentido de las cosas, no dudan en calificar de encrucijada en la noción de realidad. En esta tesitura que los matemáticos denominarían con el término de "singularidad", los teoremas, los principios, las nociones, transmutan su condición precedente y es ya imposible valerse con el aprendizaje recibido. La realidad pierde su composición convencional, y, a partir de ahí, tanto las circunstancias, el entorno o los personajes se transforman.
"Estamos implantando las reglas de la biología en un campo donde la naturaleza no tuvo la oportunidad de actuar", dice A. Blecher, de la Universidad de Tejas
IBM proyecta para 2005 un ordenador capaz de transmitir el contenido completo de la biblioteca del Congreso de EE UU en menos de dos segundos
Puede que seamos la última generación de seres humanos, afirma un científico. El futuro no nos necesita ni se emparentará con lo que se conoce hoy
La primera entrega de The
matrix, estrenada en marzo de 1999, trataba de representar esta coyuntura. Las supermáquinas inteligentes del filme creaban una realidad a imagen y semejanza de la realidad conocida por la humanidad, pero se trataba, en definitiva, de una realidad artificial y producida con el solo fin de que los seres humanos sobrevivieran dentro de tal escenario para seguir siendo proveedores de energía.
Los seres humanos dentro de ese entorno no tenían conciencia de hallarse en un ámbito fabricado, pero su verdad final era que su realidad era material ficticio. ¿La verdad? ¿La ficción? ¿Qué significaba todo esto dentro de una cultura que está proyectando ciudades virtuales junto a las ciudades materiales, parques temáticos doblando la visión exterior, comunicaciones en la pantalla reemplazando eficientemente al cuerpo a cuerpo en regresión? La realidad actuaba en la película, contrariamente a lo conocido, como elemento elaborado y subsidiario, mientras lo artificioso, la máquina -más inteligente que los humanos- se arrogaba la fuerza primordial. Pero ¿no era, a su vez, la máquina una creación humana?
El doble de lo real
The matrix
reloaded, que se estrenará en Estados Unidos este 15 de mayo y en España una semana después, continúa el despliegue de este cuento, tan real como la vida misma. O tan irreal como la misma vida. En la primera entrega de Matrix se asistió al nacimiento del héroe, Neo (Keanu Reeves), mientras en la próxima película y en la siguiente, The matrix
revolution, programada para noviembre, se completa el bucle entre lo real y su doble. Y no sólo para llenar las salas de cine, sino para hacer de esa proyección cinematográfica la película de la máxima actualidad.
Tanto el científico Ray Kurzweil como Bill Joy, científico jefe de la empresa Sun Mycrosistems, están de acuerdo en pronosticar que en 20 años la tecnología expuesta en Matrix será un hecho en los solares de nuestra vida. ¿Verdadera? ¿Falsa?
Una reciente compilación de trabajos a cargo de Glen Yeffeth titulada Taking the red pill: Science, philosophy and religión in the Matrix muestra cómo los avances extremos en cualquier clase de tecnologías han gestado un cruce entre entidades biológicas y no biológicas, en la biorrobótica y en la ingeniería farmacológica, en la informática donde se elaboran softwares con vida o en la nanotecnología con máquinas ínfimas que tenderían a multiplicarse como virus.
"Estamos implantando las reglas de la biología en un campo donde la naturaleza no tuvo la oportunidad de actuar", ha declarado la profesora de Bioquímica Angela Blecher, de la Universidad de Tejas, en la revista The Futurist (mayo-junio, 2003). Químicos, biólogos, ingenieros y físicos se encuentran colaborando en investigaciones como la del centro de nanobiotecnología de la Cornell University, donde se espera obtener pronto ordenadores de una talla molecular. Pero, paralelamente, IBM proyecta para 2005 su Blue Gene, capaz de transmitir el contenido completo de la Librería del Congreso de Estados Unidos en menos de dos segundos y servir al desarrollo de la industria de las ciencias de la vida con una potencia superior a la suma de los 500 mayores supercomputers del mundo. Complementariamente, según, la conocida Ley Moore, para 2010 el hardware del más desarrollado ordenador superará el poder de la mente humana, y, más adelante, será una conquista al alcance de los softwares.
El siglo XX potenció las tecnologías nuclear, química y biológica (NBC), que para ser potentes debían abastecerse de grandes cantidades de materias primas, información, industrias formidables. Pero en el siglo XXI la tecnología genética, la nanotecnología, la robótica (GNR) no necesitarán tantas dotaciones porque al cabo serán diseñadas para reproducirse de manera que, siguiendo la ruta de estos últimos años, las biociencias y la robótica irán acercándose sin cesar. Así, los modelos biológicos son empleados ya para diseñar robots biométricos y los robots son usados por los neurocientíficos como plataformas clínicas para verificar modelos biológicos.
Ratón a distancia
Un equipo de investigadores de la State University of New York, en su Health Center de Brooklyn, produjo hace unos meses un ratón susceptible de ser controlado por un mando a distancia gracias a tres electrodos instalados en su cerebro, y giraba o saltaba como un juguete teledirigido. En otra conjunción vida-máquina, ocho ancianos de Florida fueron inyectados en mayo de 2002 con una microscópica solución de silicona que permitía identificarlos y conocer sus calidades y condiciones a la manera de un producto del supermercado. Se hacía para proteger su vida, pero incluso para crearla se ha implantado embriones humanos en vientres artificiales, donde crecieron con éxito.
En cuanto a la muerte, los nuevos armamentos no se basarán ya en el perfeccionamiento y multiplicación de una tecnología, como la nuclear, ni en la colocación de escudos o misiles en el espacio. La característica de los ejércitos será la integración de sistemas robóticos y biotecnológicos; una aleación, en fin, entre lo humano y lo tecnológico, hasta perder pertinencia la cuestión sobre dónde empieza o acaba cada cual. En esta dirección, el departamento del Massachusettss Institute of Technologie (MIT), en su Institute for Soldier Nanotechnologies se ocupa del desarrollo de nuevos materiales y diseños capaces de convertir a los soldados en cyborgs. No son ellos quienes ven o deciden por su cuenta, sino mediante los instrumentos de que están dotados.
¿El héroe humano? "Puede ser que seamos la última generación de seres humanos", aseguraba el científico jefe de Microsystems en un artículo de Wired titulado Por qué el futuro no nos necesita (Why the future doesn't need us). No nos necesita ni se emparentará con lo que se conoce hoy. La naturaleza dejará de ser natural por intervención de la biotecnología, ni lo producido, en todos los ámbitos, se contemplará como artificioso.
Ocurrirá en general, como ya ocurre efectivamente con el mismo sistema de producción capitalista, que de ser tan sólo un sistema se ha convertido en una civilización y de presentarse como un modelo de organización ha logrado la categoría de un ambiente. Porque ya, en lo sucesivo y a no tardar mucho, el mundo dejará se ser una evolución, negativa o positiva, de este mundo para revelarse como otro mundo. Otro mundo que ni siquiera será como ese "otro mundo posible" de la revolución o de la buena voluntad de Portoalegre, sino como un matrix, un doble incorruptible de éste, cuya razón de ser habrá que buscarla fuera de la razón humana. O bien: en la razón que ilustra en estos momentos el producto de Warner Bros, como uno de los hermanos o agentes fuertes del superlativo capitalismo de ficción.
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