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Bush gana la campaña, pero no se asegura la presidencia de EE UU

Los últimos sondeos en EE UU dan entre dos y cuatro puntos de ventaja al candidato republicano, George Bush, ante las elecciones de mañana, en las que los estadounidenses elegirán nuevo presidente. El aspirante demócrata, Al Gore, se esforzaba ayer en movilizar a los hispanos, los afroamericanos, los sindicalistas y las mujeres, cuatro colectivos que tradicionalmente han apoyado a los demócratas. El margen es tan estrecho que los expertos no se atrevían en las últimas horas a pronosticar quién sucederá a Bill Clinton.

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La pregunta que ayer estaba en boca de numerosos analistas es cómo es posible que Gore no tenga ganada la batalla frente al republicano Bush. "Gore", escribió el veterano R. W. Apple en The New York Times, "debería estar muy por delante, dada la paz y la prosperidad que han dominado su periodo en la vicepresidencia". The Washington Post, que, como el diario neoyorquino, ha pedido editorialmente el apoyo a Gore, también expresaba su estupor por el hecho de que el candidato demócrata "parezca un trapecista con los brazos extendidos en mitad de un salto". Gore y sus aliados manejaban, a 48 horas de las votaciones del martes, datos inquietantes. Por un lado, algunas encuestas apuntaban que la base del Partido Demócrata está menos entusiasmada con Gore que la del Partido Republicano con Bush. Paralelamente, muchos electores independientes parecían inclinados a seguir el ejemplo del reformista Ross Perot, que el jueves mostró su apoyo al actual gobernador de Tejas, al que parece no haberle afectado el descubrimiento de que fue detenido en 1976 por conducir bebido. Mientras, Gore seguía enfrentándose ayer a la resistencia popular a concederle un mérito particular en el crecimiento económico de EE UU. Y, sobre todo, continuaba con su problema de imagen. Sólo logró seducir a finales de agosto y comienzos de septiembre, cuando, tras el célebre beso a su esposa, Tipper, se adelantó en los sondeos.

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