Barbarie en el Teatro Romano
El derribo del Teatro Romano de Sagunto es una gran inmoralidad, por el consiguiente despilfarro económico que ello supone. Además, es un acto anticultural y reaccionario, muy típico de un provincianismo extremadamente mezquino. Creo que si el Teatro Romano es propiedad del Ministerio de Cultura, aunque se hayan transferido sus competencias a la Generalitat Valenciana, se debía haber actuado con más prudencia, y no debía haberse involucrado en una maniobra tan descabellada, tanto en el orden económico como cultural.
El catedrático de Historia de la Arquitectura señor Navascues rechazó el proyecto arquitectónico de Grassi y Portaceli; pero insistió en que una vez hecho el derribo produciría daños cuantiosos en el monumento. Es de locos añadió sobre la anunciada demolición, que dejaría al monumento "hecho una desgracia". Más vale dejarlo así. Su demolición supone un acto de barbarie.