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Reportaje:

Los ojeadores de Jaume I

Jordi Pujol fue 'cap guia' de Pasqual Maragall en los Minyons Escoltes de la Mare de Déu de Montserrat

Mar Padilla

Albert Balcells y Genís Samper, en su libro L'escoltisme català (1911-1978), aseguran que el 25% de los políticos catalanes que protagonizaron la transición del franquismo pasaron por alguna agrupación escultista durante su infancia o juventud. El propio presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, llegó a ser cap guia de los Minyons Escoltes de la Mare de Déu de Montserrat y tuvo bajo su mando nada menos que a un niño llamado Pasqual Maragall Mira.

El movimiento escultista surgió a imitación de los boy scouts, fundados por el militar Baden Powell en Gran Bretaña en 1907 en un intento de reafirmar los valores victorianos, que empezaban a caer en decadencia. Su implantación en Cataluña fue llevada de forma "sencillamente genial", según Balcells, por el sacerdote Josep Maria Batista i Roca, que le atribuyó el nombre escolta basándose en el nombre que el cronista medieval Ramon Muntaner daba a los ojeadores que durante el reinado de Jaume I preparaban el terreno antes del avance de las tropas. Batista i Roca se apoyó en dos pilares básicos: el culto al país y el cristianismo. Actualmente, la Federación Catalana de Escultismo agrupa a 3.000 monitores y 12.000 niños, divididos en categorías según la edad: castors (entre 6 y 7 años), llops y daines (entre 8 y 9), pioners y caravel.les (12 y 13) y trucs (17 a 19). De los 20 años en adelante se pasa a ser cap d'unitat o d'agrupament, o responsable de demarcació. La propuesta educativa es que cada niño y niña sea protagonista de su propio proyecto y de las acciones que decida en equipo. Normalmente niños y jóvenes van al cau (local de reunión) los sábados y allí organizan charlas, juegos y talleres, y se relacionan con otros niños de su edad.

El escritor Lluís Maria Todó (Barcelona, 1950), que en su novela El cant dels adéus ofrece una visión crítica del mundo del escultismo, considera que dentro del movimiento convivían dos corrientes: los nacionalistas y los religiosos. Los Minyons eran -y siguen siendo- de obediencia católica, en el mismo sentido que la célebre frase atribuida al obispo Torras i Bages: "Cataluña será cristiana o no será", que de alguna manera está en el origen de la primera formación parapolítica fundada en 1955 por Jordi Pujol: CC -según unos, Crist Catalunya; según otros, Catalans Cristians o Catòlics Catalans-, que dio lugar en 1962 a la Comunitat Catalana, de la que surgieron importantes figuras del antifranquismo catalanista con notable influencia no sólo en CDC, sino también en otras formaciones políticas, en especial en el PSC. La otra rama, los Escoltes Catalans, es aconfesional, que no laica.

Todó recuerda que, dado que durante el franquismo era una organización prohibida e ilegal, llevaba el uniforme en el fondo de la mochila y sólo se lo ponía una vez en el bosque. También señala que no se hablaba de la Guerra Civil porque el escultismo se nutría de la burguesía catalana.

Ana Arisa, de 29 años, comisaria internacional del movimiento escultista catalán, asegura que en la actualidad las cosas han cambiado bastante. Las banderas y los uniformes, explica, ya no tienen el simbolismo y la importancia de otros tiempos. El pañuelo es quizá el símbolo que se mantiene, sirve para saber a qué rama se pertenece. La bandera catalana, admite, sigue izándose en muchos encuentros.

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Sobre la firma

Mar Padilla
Periodista. Del barrio montañoso del Guinardó, de Barcelona. Estudios de Historia y Antropología. Muchos años trabajando en Médicos Sin Fronteras. Antes tuvo dos bandas de punk-rock y también fue dj. Autora del libro de no ficción 'Asalto al Banco Central’ (Libros del KO, 2023).

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