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Reportaje:

La Barcelona de los prostíbulos

Los empresarios de los locales de alterne temen la nueva normativa municipal

Sección de Clasificados de un periódico en un día laboral cualquiera. Relaciones: más de 500 anuncios -de particulares o de locales- divididos según ofrezcan masajes, contactos o relax en Barcelona. ¿Dónde termina el contacto o el masaje y empieza el relax? Es difícil de calibrar.

¿Por qué en muchos de estos locales que tienen licencias de café-restaurante, hotel o discoteca se ofrecen servicios sexuales? Porque actualmente no existe un epígrafe específico para los prostíbulos y casi todos operan camuflados bajo licencias de hostelería.

El Ayuntamiento de Barcelona ha decidido poner fin a este vacío legal y se ha puesto manos a la obra para regular estos locales amparándose en el decreto aprobado por la Generalitat el pasado verano. La nueva ordenanza municipal, que se aprobará definitivamente el próximo mes de marzo, no afectará a los pisos particulares -porque no se consideran locales de concurrencia pública- ni a la prostitución callejera.

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"Los clientes gastan menos"

El burdel de Barcelona suele ser pequeño o mediano -de unas pocas habitaciones, hasta no más de 30-, y se conoce popularmente como "histórico" o "el de toda la vida". Los locales más grandes, que funcionan como hoteles en los que las personas que ejercen la prostitución se alojan como clientes, están situados fuera de la ciudad, sobre todo a pie de carretera. Castelledefels es el caso más típico.

La nueva norma quiere evitar precisamente que estos grandes locales se ubiquen en zonas urbanas, y por esto limitará, entre otros aspectos, que los burdeles ocupen más de 150 metros cuadrados en edificios habitados. "El sector está muy inquieto, preocupado y desconcertado porque no sabe lo que va a pasar", afirma Manuel Nieto, responsable en Cataluña de la Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne (ANELA).

Nieto cree que si los locales que ya existen no se adaptan -tendrán un año de plazo después de la entrada en vigor de la norma- y cierran, muchas de las chicas que trabajan en ellos acabarán en la calle. El responsable de ANELA en Cataluña cree que el 90% de los locales de Barcelona no se ajustan a la nueva normativa porque ésta es demasiado restrictiva. Por ello, la asociación presentará alegaciones a la ordenanza y pedirá un trato especial para los locales que ya existen.

En Barcelona podría haber unos 130 locales de alterne según ANELA. "Es una estimación; calcularlo es muy difícil porque estos locales abren y cierran con mucha facilidad". La proliferación en los últimos años de saunas y pisos particulares donde también se ofrecen servicios sexuales eleva la cifra de burdeles a un número que hoy nadie se atreve a fijar.

Una vez entre en vigor la nueva ordenanza, el Ayuntamiento hará un censo de prostíbulos. Pero quien quiera hacerse hoy en día con una lista de los burdeles de la ciudad tendrá que conformarse con los anuncios por palabras de los periódicos y las guías sexuales, por el boca a oreja o comprobándolo recorriendo los puntos más calientes de la ciudad. Los distritos de Sarrià-Sant Gervasi, Eixample y Les Corts acumulan la mayoría de locales de alterne de la ciudad. Ciutat Vella es un mundo aparte. Allí siguen funcionando los locales que alquilan habitaciones por fracciones horarias. Por eso ANELA los considera un "submundo" y no los califica de locales de alterne.

Neus Baró es la encargada del Londres 20, un club de alterne que ofrece espectáculo, y afirma ser una de las pocas que no está preocupada por la nueva legislación. "No tengo miedo. Aquí todo está en regla. Lo único que no se ajusta a la nueva norma es que estamos en un semisótano, pero no creo que me vayan a cerrar el local por esto", dice.

El local lleva más de 30 años funcionando como club de alterne bajo distintas direcciones, y en todo este tiempo no ha recibido ningún tipo de sanción. Neus está tranquila porque justo encima de su local hay oficinas, a un lado otro club de alterne y al otro la entrada a una vivienda. La ordenanza prohibirá que los burdeles estén situados pared con pared con viviendas. "La mayoría de locales tienen un piso habitado justo encima; por eso todo el mundo está tan preocupado y alarmado", añade antes de mostrar sin ningún tipo de reparo las tres habitaciones que tiene el local. Todas tienen una cama doble, una bañera y están impolutas. En principio aprobarían el examen.

El local tiene un aforo de 60 personas, aunque como mucho suele haber una docena de clientes y el mismo número de chicas. "Todas las chicas que trabajan en estos clubes son extranjeras, las españolas no sé dónde se meten, supongo que en los pisos particulares". Son las ocho de la tarde y el local está a punto de abrir. Tres chicas se colocan en la barra a la espera de que lleguen los clientes. La mayoría de ellas son de países del Este, de África y de Latinoamérica y tienen menos de 30 años. "Se dedican a esto porque tienen una necesidad económica imperante", añade Neus.

Cuando se le pregunta por la situación legal de las chicas, la encargada afirma que todas están en situación de solicitud de papeles, que las que no los tienen y se ven forzadas a ejercer la prostitución son "otra historia porque en este caso ya entran las mafias, que trabajan en sitios más grandes".

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