Plazas y fuentes de Roma
VUELVO A ROMA, en la segunda visita tras varios años. La ciudad del Papa y de Silvio Berlusconi. Se nos manda a un hotel que según nos dicen se encuentra "a un minuto a pie de la plaza de España". Luego resultaría estar a seis paradas de metro, incluido un transbordo.
No obstante, Roma estaba encantadora. La plaza de España, la plaza Navona, la Fontana de Trevi; sus trattorias, sus terrazas, la Via Veneto; la plaza de San Pedro, con un doble control de acceso: el de seguridad, a cargo de la policía, y el moral, a cargo de los enchaquetados y, lógicamente, encorbatados vigilantes de la vestimenta femenina, claro está.
La pasta, deliciosa; la cerveza, saboreada en las terrazas, nos retrotrae a tiempos de paz y serenidad, pese al desaforado uso de las motocicletas por los y las romanas. ¡Qué decir de los últimos modelos de coches, majestuosos, circulando por las estrechas calles de la Roma antigua!Las cenas, amenizadas por la música callejera y por el ambiente tan grato de las trattorias.
Un cambio de guardia, en el Quirinal, con pífanos, trompetas y la marcialidad de la tropa, nos hacía recordar el legendario cambio de la guardia en Buckingham Palace. Las tiendas vaticanas, verdaderos emporios comerciales, llenas de toda clase de recuerdos del padre Pío.
Y sobre todo, sus calles, sus comercios, el colorido de sus fuentes, La dolce vita, Estación Termini, Vacaciones en Roma. Hay que volver a Roma. ¿Verdad?
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