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Columna
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Ético y moral

El generalmente prudente arzobispo de Sevilla, Carlos Amigo Vallejo, exquisitamente escrupuloso en algunos de sus juicios sobre hechos y cosas sobre las que suele pronunciarse, con el derecho que le da saberse en posesión de una autoridad que reconocen y acatan los católicos de su diócesis y respetan los que no lo son, se ha arriesgado en la defensa del presidente de Cajasur, Miguel Castillejo.

Lo que se ha descubierto esta semana sobre la pensión multimillonaria que se ha querido garantizar Castillejo, la manera en que ha querido blindar su jubilación, ha provocado reacciones en contra de la mayoría y ha dejado en evidencia a quienes siguen empeñados en hablar de acoso para referirse a una denuncia que no es más que eso y nada menos que eso, sobre un asunto más serio de lo que, por ejemplo, la presidenta del PP considera. Dice Teófila Martínez que no ve el problema por ningún lado y en un alarde de 'candidez' verdaderamente grandioso aventura que cuando un sacerdote cobra, por ejemplo, como en el caso de Castillejo, una pensión multimillonaria, acaso dedique el dinero a ayudar al Tercer Mundo. Palabra de honor que lo ha dicho. Y que no hay falta ética en la actitud del presidente de Cajasur, cuando realmente aquí, pase lo que pase y tenga al final la consideración que tenga, este gesto de Miguel Castillejo lo que parece sobre todo es poco ético.

Y vuelvo al principio porque precisamente, y en verdad que resulta sorprendente, el arzobispo de Sevilla, monseñor Amigo, ha coincidido con quienes defienden a Castillejo en el fondo y en la forma. Dice el arzobispo que es 'poco ético y moral' el acoso, entiende monseñor que 'debido a su condición de sacerdote se le está vejando con denuncias en absoluto éticas' y añade que 'una persona puede tener sus creencias, pero se le está juzgando como presidente de Cajasur y no se debe aprovechar su condición de sacerdote'. Y no es eso en realidad, es que sea quien sea que decida sobre sí mismo de la manera en que ha decidido el presidente de Cajasur, es alguien que se ha echado a la espalda cualquier clase de consideración ética y si tuviéramos en cuenta su condición de sacerdote, cualquier clase de consideración moral. Un gesto ético como presidente y moral como sacerdote sería reconocer el error y renunciar a la multimillonaria pensión.

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