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Reportaje:

Cita contra la crueldad

Vecinos de Tarragona recuerdan a los animales víctimas del ataque a la perrera

No se puede olvidar así como así la atrocidad perpetrada hace un año contra 15 perros de la protectora de Tarragona. Y tampoco se quiere olvidar. Medio centenar de voluntarios y miembros y simpatizantes de la fundación conservacionista Altarriba se dieron cita ayer para recordar a las víctimas de la crueldad de quien, aprovechándose de la oscuridad, irrumpió el 2 de noviembre de 2001 en los locales de la sociedad, sacó a los perros de las jaulas y uno a uno, tras atarlos a un olivo, les seccionó las patas delanteras con un cuchillo de cocina. Todos ellos murieron después de horas de sufrimiento y el suceso originó un debate sin precedentes sobre el escaso castigo que establece el Código Penal para los maltratadores de animales.

En la jornada se recordó a los 15 animales brutalmente mutilados

Los encontró el cuidador del centro, Francisco, dispersados por el patio, algunos muertos, otros agonizantes y todavía con ánimos para menear la cola, como si el cuidador pudiera hacer algo más por ellos que dar aviso. Los que todavía vivían tuvieron que ser sacrificados por el veterinario. Según señalaron entonces los miembros de la protectora, habían elegido a los perros más pequeños, a los más dóciles. Y también a alguna perra recién parida. Fue una noticia brutal, que sembró la alarma en la zona. La coincidencia con la festividad de Todos los Santos y con la celebración en muchas discotecas del área de la noche de Halloween disparó los rumores sobre la posibilidad de que el suceso tuviera un móvil de tintes satánicos o rituales. La policía de Tarragona descartó enseguida esta teoría: los autores de la matanza no se habían llevado las patas delanteras como trofeo e incluso habían abandonado un cuchillo de cocina vulgar y corriente, con las cachas de plástico que simulaban nácar. Mientras la responsable de la protectora, Anna Duch, demandaba más recursos para la investigación policial y denunciaba la precariedad de las instalaciones, que cobijan a cerca de 250 perros, las organizaciones proteccionistas organizaban manifestaciones para reclamar un endurecimiento del Código Penal, que prevé sólo penas de multa de 60.000 pesetas para los asesinos de los perros. Unos días después de los hechos, ingresaba voluntariamente en el hospital psiquiátrico Pere Mata de Reus el vecino de Torreforta Domingo Fernández Muñoz, que se confesó autor de los hechos. Su versión despierta reticencias entre los miembros de la protectora, que creen que la matanza ha tenido que ser obra de al menos dos personas.

Aun así, la versión de Fernández Muñoz, enfermo de esquizofrenia, parece ser creíble para la Fiscalía de Tarragona, que recientemente ha dado a conocer las conclusiones provisionales del caso y recomienda que el acusado se someta a un tratamiento externo de carácter 'formativo, cultural o educativo' en el momento en que abandone el psiquiátrico. El fiscal jefe de Tarragona, José María Parra, reconoció que, aun tratándose de una persona en pleno uso de sus facultades mentales, el acusado sólo se enfrentaría a un delito de faltas.

En la jornada de homenaje de ayer se recordó a los 15 animales mutilados atrozmente, el debate que abrieron en la sociedad española y el alcance internacional de la noticia (perreras alemanas se han hecho cargo de cerca de un centenar de animales de la de Tarragona), y se dieron detalles sobre los nuevos edificios que la protectora tendrá en el polígono Riu Clar de la ciudad, cuya construcción se pondrá en marcha a mediados del próximo mes.

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