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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Zozobra financiera

Los periodos de desaceleración económica suelen convertirse en graves recesiones cuando los bancos y el resto de las instituciones financieras resultan afectados por el descenso de la actividad. Ésta es una de las lecciones de manual que puede extraerse de las crisis anteriores. Los motivos de inquietud se han multiplicado en los últimos meses en Estados Unidos y en Europa. La prolongada depresión de los mercados bursátiles está cegando algunas de las fuentes de la actividad bancaria. Las causas de esta situación son conocidas: las acciones caen de precio y las empresas se resisten a salir a Bolsa. Incluso se advierten algunos síntomas de racionamiento de crédito (el temido credit crunch). En Alemania, los tres bancos más importantes, Deutsche Bank, HypoVereinsbank y Dresdner, están sufriendo problemas serios, tanto en su cuenta de resultados como en la calidad de sus riesgos, debido a decisiones de inversión en el exterior cuestionables y a operaciones sofisticadas de resultados penosos.

La situación en España tampoco es tranquilizadora. La aventura en América Latina está pasando una factura onerosa al SCH y al BBVA en forma de pérdida de valor de los activos invertidos en la zona y provisiones elevadísimas para sanear las cuentas dañadas por el fiasco latinoamericano. Si la situación en España ofrece menos motivos para la inquietud es porque el Banco de España ha mantenido puntillosamente las exigencias de provisiones que los bancos deben cumplir a rajatabla. No en vano, el sistema financiero español ha atravesado por algunas crisis bancarias muy graves -recuérdese, por ejemplo, la de Banesto- y ese sarampión ha servido de vacuna.

Una primera medida para enfrentarse con éxito a la inquietud financiera es no ocultar la gravedad de los problemas bancarios ni esconder sus efectos sobre las cuentas de resultados. Los bancos españoles estuvieron a punto de cometer este error cuando, en los comienzos del shock argentino, pretendieron minusvalorar las consecuencias sobre sus beneficios. El Banco Central Europeo debería facilitar las cosas en Alemania. Aunque el impacto no sea muy grande, una rebaja en los tipos de interés facilitaría la refinanciación y aliviaría el pago de los préstamos. Y de nuevo hay que llamar la atención sobre la ineficacia de las terapias exclusivamente nacionales. Los riesgos ya no son locales. En momentos como el actual es cuando se echa de menos la existencia de una institución europea de coordinación con competencias serias de inspección bancaria en la zona de la Unión Monetaria.

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