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Reportaje:

Hablemos de Israel y Palestina

Dos dirigentes cívicos exigen la vuelta al diálogo para resolver el conflicto de Oriente Próximo

Noah Salameh, director del Centro de Resolución de Conflictos ubicado en Belén, es la segunda generación marcada por el conflicto entre el Estado de Israel y el pueblo palestino. Amit Bar Tzedek, insumiso y portavoz de Yesh Gvul -una asociación de jóvenes que se niega a cumplir el servicio militar en los territorios ocupados por Israel-, forma parte de la tercera generación que sufre el conflicto palestino-israelí. Ambos coincidieron ayer en la Universidad de Valencia invitados por Els Verds para hablar de paz y justicia. Para explicar que hay otros caminos por los que buscar la paz distintos a los que ahora siguen los dirigentes políticos.

Noah Salameh explica que después de tantos años de conflicto ninguna de las dos partes ha eliminado a la otra y la expectativa parece que sea la de seguir matándose mutuamente. Ante este escenario, este palestino que ronda los 50 años y ha pasado en las cárceles israelíes un total de 15 años opta por la rebelión. 'Yo creo en la paz y mi misión es construir la paz', dice el responsable del Centro de Resolución de Conflictos, que exige como primera medida que se respeten los derechos humanos. 'La restitución de los derechos humanos no es una condición. No se puede decir que si no hay acuerdo no se restituyen los derechos humanos. No se trata de caridad. Los jóvenes han de ir a la escuela, han de poder trabajar, etc', sentencia Salameh, que renuncia a la violencia pero no a su derecho como pueblo y a la búsqueda de todos los puentes de diálogo posibles.

'No se puede decir que si no hay acuerdo no se restituyen los derechos humanos'

Amit Bar argumenta que la voluntad por hallar una solución al conflicto israelo-palestino no es una cuestión de diferencias generacionales, sino de preocupación por una situación que parece no tener fin. 'La economía israelí está colapsándose porque más del 40% de los presupuestos se destina al Ejército', explica este joven profesor de teatro de 27 años, que también ha conocido la prisión por declararse insumiso -'Me da verguenza decirlo, porque yo estuve 18 días y en unas condiciones que no son para nada comparables con las de Noah', dice-. Amit Bar coincide con Salameh en que la ocupación de territorios realizada por Israel es uno de los generadores de violencia en la zona y lamenta que su país se vea desde fuera como el 'problema de Oriente Medio'. 'Hay mucha hipocresía [alrededor del conflicto]. Algunos rabinos han llegado a decir que no sería pecado matar a un insumiso', dice este joven que se esfuerza por contribuir a la búsqueda de una solución.

Ayer, viéndoles hablar sobre sus vidas nadie hubiese pensado que son los representantes de dos sociedades que quieren poner fin a una tragedia. Una tragedia universal que que dura ya más de 50 años y que arrastra miles de muertos.

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