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La Fundación Antonio Gala acoge e impulsa a 15 jóvenes artistas

La Fundación Antonio Gala ya ha comenzado a funcionar; 15 escultores, músicos, pintores y escritores de entre 18 y 25 años han ido llegando, a lo largo de la semana, al antiguo convento del Corpus Christi, en Córdoba. En ese edificio del siglo XVIII, recién restaurado, pasarán nueve meses enteramente dedicados a la creación artística, sin tener que pensar en el alquiler, la luz, el gas o la necesidad de encontrar empleo. La beca que han obtenido sólo les obliga a desarrollar su obra y a convivir con sus compañeros.

'El objetivo está muy claro', dice Elsa López, la escritora que dirige la fundación. 'Se trata de ayudar a estos jóvenes a crear, en cualquier rama del arte; ésa es la idea de Antonio Gala. Crear es algo muy serio, y para ello suelen encontrar todas las dificultades del mundo. Muchos, casi el 90%, se quedan en la cuneta. Y que se les ofrezca la posibilidad de enclaustrarse durante nueve meses para escribir, componer o esculpir, sin más preocupaciones, es casi utópico, difícil de creer'.

Cuando se pregunta a los residentes, recién llegados de los rincones más alejados de España, todos usan las mismas palabras: 'un regalo', 'un privilegio', 'un lujo'. Ramón David Morales, un pintor sevillano de 25 años, lo ve así: 'Siempre he tenido ideas, pero me ha faltado tiempo, sitio, materiales... Aquí hay de todo'. Víctor de la Nuez, que viene de Las Palmas de Gran Canaria, interrumpió sus estudios de Historia del Arte ('ni me lo pensé', dice) para desembarcar en Córdoba y dedicarse a escribir.

'Aquí no vienen a aprender a esculpir o a pintar', advierte Elsa López, 'sino a esculpir, a pintar, a convivir con otros artistas, a enriquecerse mutuamente. Yo creo que la cultura se debe dar con afecto, no con bofetones y gritos, ni tampoco a la fuerza, como se alimenta a las ocas'.

A esto contribuye el espíritu del lugar. El convento del Corpus Christi es un edificio grande, luminoso, lleno de patios y jardines, con una hermosa biblioteca, aún vacía, y amplios talleres para pintar y esculpir. Su restauración ha costado a CajaSur, uno de los patronos de la fundación, más de seis millones de euros.

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