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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El tren de las Coreas

Un tren volverá a cruzar antes de fin de año la última frontera de la guerra fría y la línea más militarizada que queda en el mundo, la que separa las dos Coreas. Ambas partes acordaron comenzar el 18 de septiembre los trabajos para restablecer la vía férrea que antes de estallar la guerra en 1950 unía Seúl con la norteña ciudad de Sinuiju, y reconstruir y abrir la carretera paralela para la primavera siguiente, junto a otras vías en el este un año después. Este paso constructivo, sobre cuyos aspectos militares tienen aún que ponerse de acuerdo ambos países, se viene a sumar al anuncio realizado ayer de que Junichiro Koizumi se convertirá el 17 de septiembre en el primer jefe de Gobierno japonés que viajará a Corea del Norte.

Desde el encuentro en 2000 entre el presidente surcoreano y el dirigente comunista Kim Jong Il, la suerte de Corea del Norte ha ido oscilando. Las decisiones anunciadas ayer llegan tras un grave incidente marítimo en junio y cuando EE UU está apretándole las tuercas al régimen de Pyongyang, al que la Administración de Bush ha incluido en su eje del mal y acusa de exportar tecnología de misiles balísticos. Pero no hay duda de que Corea del Norte está necesitada de apertura, so pena de fallecer de inanición. La visita de Koizumi puede llevar a una histórica normalización entre Japón y Corea del Norte, si se superan dos escollos: la liberación de 11 japoneses supuestamente secuestrados por Pyongyang en los sesenta y setenta, y las demandas de reparaciones del Norte por la dura colonización japonesa de 1910 a 1945, a lo que Japón no está dispuesto.

El restablecimiento de la vías de comunicación por tierra no le resulta gratuita a Seúl, pues va acompañada de otras medidas económicas y muy especialmente de una importante ayuda alimentaria del Sur a un Norte en el que la hambruna ha provocado cientos de miles de muertos desde 1995. Pero las 400.000 toneladas de arroz y 100.000 de fertilizantes que va a aportar el Sur con carácter inmediato no bastan para sacar de la miseria a un país que, según el Programa Mundial de Alimentación, tiene un déficit de 1,47 millones de toneladas de grano este año. Formalmente, no se trata de una donación. Corea del Norte habrá de pagar esta ayuda con un prestámo a bajo interés a empezar a devolver dentro de 10 años. Está por ver si para entonces no se habrán vuelto a unificar los dos países. Ésa es la perspectiva, pero para el Sur la prioridad es aliviar el sufrimiento de sus hermanos del Norte.

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