Poca luz para tanto estreno
España no pasa del empate en Budapest ante una modesta Hungría en el debut de Sáez en el banquillo
Poco partido para tanto cartel, aun cuando era un amistoso. Había tantas cosas que ver en el bando español, y el reclamo de poder mirar a Puskas era tan entrañable que, a la hora del recuento, el partido supo a poco y el juego no tuvo demasiado picante o, cuanto menos, no aportó nada que no se supiera, como por ejemplo, que Valerón está en forma y es decisivo si se le pone en su sitio, que Joaquín es a día de hoy necesario y que una defensa no se monta en un sólo encuentro.
A España le costó demasiado rato hacerse con un partido en el que el contrario se quitó de en medio, cediéndole el balón, dejándole hacer, sabiendo que la mirada estaba en el debut de Sáez como seleccionador, en el estreno de Raúl como capitán, en el primer partido internacional con la absoluta de Marchena, García Calvo, Raúl Bravo, Orbaiz y Juanito. Hasta que Valerón y Joaquín no entraron en escena, España jugó demasiado en campo propio. A la que salieron, en cambio, el equipo se fue arriba y resolvió, pero a cambio tomó un gol y concedió un par de ocasiones más que emborronaron el trabajo de contención.
HUNGRÍA 1| ESPAÑA 1
Hungría: Kiraly; Urban (Korolovszky, m. 46), Dragoner, Gyepes; Bodnar, Lisztes (Boor, m. 46), Sebok (C. Feher, m. 60), Miriuta, Low (Halmosi, m. 78); Tokoli (Kenesei, m. 63) y Gera (M. Feher, m. 46). España: Casillas (Ricardo, m. 46); Puyol, García Calvo, Marchena (Juanito, m. 46), Raúl Bravo (Aranzabal, m. 61); Xavi, Orbaiz (Sergio, m. 61); Mendieta (Joaquín, m. 46), Raúl (Valerón, m. 46), Vicente; y Morientes (Tamudo, m. 46). Goles: 0-1. M. 55. Internada de Joaquín por la derecha, supera a un rival con facilidad y centra a media altura para que Tamudo, en el área pequeña, remate de cabeza en plancha y marque. 1-1. M. 72. Miriuta combina al borde del área con Low, se interna entre varios defensas españoles y desde la izquierda bate a Ricardo con un fuerte disparo con la zurda que se cuela con arriba. Árbitro: Helmut Fleischer (Alemania). Mostró tarjetas amarillas a Puyol y García Calvo. Partido de homenaje a Ferenc Puskas, ex jugador del Honved y del Real Madrid. Unos 20.000 espectadores en el estadio nacional de Budapest, ahora rebautizado con el nombre del mítico futbolista.
Por decisión expresa de Saéz, el encuentro quedó partido en dos. Aprovechando el descanso, el seleccionador dispuso en la segunda parte un equipo diferente al de la primera, de manera que cualquier juicio de valor puede resultar prematuro. Hubo un detalle de todas maneras significativo, al hilo de cuanto se había barruntado en la previa, y es que no juntó a Valerón con Raúl sino que cada uno jugó medio tiempo, respetuosos los dos en cualquier caso con un sistema que prevee la presencia de un ariete muy físico, una segunda línea muy luminosa, un doble pivote y una defensa en línea de cuatro.
A cuatro de los cinco debutantes (Marchena, García Calvo, Rubén Bravo y Orbaiz), Sáez les puso en la alineación de salida, quizá para darles un mayor protagonismo y al tiempo se sintieran más acompañados, menos perdidos, sabedores de que para empezar, bien podían valer los automatismos aprendidos en la sub 21. Las novedades del nuevo seleccionador se concentran al fin y al cabo en la parcela defensiva (los centrales, el lateral izquierdo y el medio defensivo), y desde este punto de vista, nada hubo que reprochar a cuantos jugaron por detrás de la pelota, que fueron demasiados, más que nada por lo poco que exigía Hungría.
La selección jugó demasiado acomodada, muy agrupada en la divisoria, falta de desmarque y desequilibrio por las dos bandas y también por el centro, aun cuando Raúl Bravo tiraba como un jabato por el flanco izquierdo. El posicionamiento se impuso al atrevimiento y al equipo le costó llegar a las posiciones de remate.
Hay partidos, y el de ayer era uno, en que se impone dar un paso al frente, y no fue el caso, entre otras razones porque Xavi, excelente en la racionalización y organización del equipo, se acercó más a García Calvo y Marchena que a Raúl. El primer acto se puso tan soso y cansino que a una parte de la hinchada le dio por reclamar a coro la presencia de Valerón.
Valerón salió en el segundo tiempo y aceleró el partido para satisfacción de cuantos le reclamaban. La selección mantuvo inicialmente su estructura, con Juanito debutando en el puesto de Marchena, estuvo igual de hegemónica sobre el campo, pero ganó vivacidad, entre otras cosas porque Xavi se animó y Joaquín ayudó también a mover a Hungría.
El gol se apuntaba desde la reanudación del encuentro, y pocas dudas había también sobre quiénes serían los protagonistas. Valerón movió la pelota, que llegó hasta Joaquín, el bético desbordó a su marcador y su centro lo cabeceó Tamudo. Un gol digno de ver y que dibujó un nuevo partido. España mejoró de medio campo hasta el área rival, con Xavi expléndido y Valerón jugando a gusto, y a cambio perdió el control del partido. El medio campo se destensó con el cambio de Orbaiz por Sergio, la defensa se aflojó y los húngaros se estiraron hasta empatar y amenazar incluso con darle la vuelta al marcador.
El gol del empate destempló al equipo español y el partido recuperó en el último tramo la pesadez que tuvo al inicio. Falto de físico, como ya se presumía, al plantel de Sáez le faltó siempre un último golpe de riñón para desestructurar a un contrario más rodado, más animado, más esperanzado con sacar petróleo de un partido que daba por perdido como tantos otros.
A España le faltó consecuentemente jerarquía para imponerse a un contrario inferior, ya fuera por sistema, como parece partidario el seleccionador, o por las individualidades. El resultado, en cualquier caso, tampoco debe ser preocupante. Más que para ganar, el de ayer era un partido para trabajar, y, por lo que se vio, Sáez tendrá mucha tarea, aun cuando los jugadores parecen entregados a su causa.
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