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Un ensayo defiende a los nacionalistas como 'ecologistas de la diversidad cultural'

'Toda posición política puede degenerar en versiones intolerables. Pero no puede tomarse esto como argumento contra el nacionalismo, de igual manera que no se puede denigrar al ideal de justicia social que fue el comunismo porque generara el estalinismo o a Pol Pot'. El profesor Ulises Moulines (Caracas, Venezuela, 1946), decano de la Facultad de Filosofía, Teoría de la Ciencia y Estadística de la Universidad de Múnich, está convencido de que el nacionalismo puede ser un factor positivo para la convivencia entre los pueblos. Tanto, que en un ensayo que acaba de publicar La Campana en catalán y castellano defiende que los nacionalistas son los 'ecologistas de la diversidad cultural'.

Manifest nacionalista (o fins i tot separatista, si volen) se publicó originalmente en la revista mexicana de filosofía Diánoia y a través de otro filósofo, Josep Maria Terricabras, ha llegado a la editorial que ahora lo publica. Su origen, ha explicado el autor en Barcelona, está en el intento de articular una respuesta a 'los intelectuales y universitarios que reducen los fenómenos culturales a su dimensión socioeconómica y que creen que las naciones son un mito premoderno que hay que combatir'.

Marco conceptual

Para ello, dice, ha aplicado a su argumentación 'un marco conceptual que viene de la filosofía de la ciencia' y que se basa en 'admitir que hay entidades reales que no se pueden percibir empíricamente: las etnias y las naciones'. Ulises Moulines dice estar convencido de que estas entidades no perceptibles desde un punto de vista científico existen. 'Si se acepta este principio general y se acepta como buena la pluralidad de seres en el universo, es bueno y ético apoyar las diversas culturas y naciones que hay en el mundo', explica.

'He vivido muchos años seguidos en muchos países distintos', cuenta el profesor, 'y cada vez he sido más consciente de que debemos sentirnos ciudadanos del mundo. A pesar de ello, las diferencias entre las naciones son más fuertes de lo que los intelectuales quieren admitir'. Y continúa: 'Uno de los argumentos contra los nacionalismos es que son la causa de muchas guerras. Pero eliminarlos es un falso remedio, porque los conflictos aparecen, porque los Estados hegemónicos no reconocen las naciones. En este caso, se confunde el síntoma como la causa'.

A su juicio, la cuadratura del círculo se halla en que los Estados-nación se declaren plurinacionales y en el reconocimiento del derecho de autodeterminación, presente en la Carta Fundacional de las Naciones Unidas. En el ensayo, además, insta a intelectuales y políticos a 'respetar las naciones minoritarias en un marco que no derive en situaciones de extremismo'.

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