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RAÍCES
Columna
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Albanio en el Edén

Luis Cernuda abandonó Sevilla en los primeros días de septiembre de 1928. Algunos estudiosos solventes han apuntado que su marcha no fue ajena a la publicación de Perfil del aire, su primer libro, que apareció editado en los suplementos de la revista Litoral, creada por Emilio Prados y Manuel Altolaguirre.

Pensemos en la desmesurada ilusión de un joven poeta ante su primer libro, por cierto dedicado a Pedro Salinas. Pero en la ciudad nada ocurre, ni nada se altera. Cernuda se encrespa y se deprime. Es algo que nunca podrá asumir. Recibe unas breves líneas de Salinas acusando recibo del envío. Varios críticos le acusan de imitar a Jorge Guillén y de no ser un 'poeta nuevo'. Cernuda, aislado y solitario en Sevilla, recibe un golpe decisivo: acaba de ser herido por el bacilius emigraticus, que le causará la muerte treinta y cinco años después.

En el mes de julio de ese mismo año 28, muere la madre; la familia vende la casa de la calle Aire. Cernuda se queda solo. Tiene algún dinero para ir tirando unos meses. Modesto de equipaje, pero elegante como un dandy, llega a Málaga. Es el comienzo del gran exilio: Madrid, Toulouse, París, Valencia, 1936, Londres. La Sansueña de fray Luis en su Profecía del Tajo se convierte en una locura sangrienta. Sevilla se pierde en el vaho del destierro. El poeta acaba de ser expulsado del Edén, pero regresará un día para buscar las huellas de la infancia.

Todas las posibles relaciones conflictivas de Cernuda con Sevilla aparecerán consignadas en las claves de Ocnos, donde la escritura es, a la vez, una recuperación y una venganza.

El lector joven que abra por primera vez Ocnos se sorprenderá de que en el texto aparezcan las calles, plazas, naturaleza, costumbres e incluso los hábitos populares de una ciudad jamás nombrada, una hermosa ciudad sin nombre. Tampoco las personas que la habitan tienen nombres propios: la madre, el vendedor de alhucema, el jardinero, los maricas, una prostituta de traje amarillo.

'Un error de amor'

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La única persona con nombre y apellido que aparece en el texto es José María Izquierdo, el escritor sevillano autor de Divagando por la Ciudad de la Gracia (1914). La elección de Cernuda es muy significativa. Para Cernuda, Izquierdo representa ante todo 'un error de amor' enorme y se pregunta: '¿Por qué se obstinó alicortado en su rincón provinciano, pendón de bandería regional para unos cuantos compadres que no podían comprenderle?'. Esos 'compadres' son los 'paisanos' de Cernuda, que aparecerán en Desolación de la Quimera: 'Y entonces la ignorancia / la indiferencia y el olvido, vuestras armas / De siempre, sobre mí caerán, como la piedra'.

En un posible análisis de las relaciones de Cernuda con su ciudad natal, Sevilla jamás le podrá pagar al poeta la deuda contraída. Y no me refiero únicamente al detalle nada desdeñable de que, con Ocnos, Sevilla se convierta en una de las ciudades reinventadas por los grandes escritores de nuestro tiempo, como el París de Baudelaire, la Lisboa de Pessoa y Saramago o el Dublín de Joyce. Me quiero referir a esta fría ciudad a la que el niño Albanio -el niño pastor de la IIª Égloga de Garcilaso- retornará un día para sentarse de nuevo en el primer peldaño de aquella escalera de mármol, en el patio de la casa de la infancia y contemplar ensimismado las luces del Paraíso. Sevilla, la no nombrada en Ocnos, fue para Cernuda el Edén edificado en la edad de la inocencia. Un día, herido por la flecha del tiempo, el niño caerá en el mundo.

Se cumplen ahora cien años del nacimiento de Cernuda, en la casa número 6 de la calle Acetres, entonces llamada Conde de Tójar. Murió en México, solitario. Nadie debería pronunciar en vano el nombre del poeta, porque su obra significa uno de los alegatos morales más importantes de nuestra época.

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