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LA MACROFIESTA DE MÁLAGA

La policía dejó entrar a 3.000 jóvenes pese a que el aforo ya se había superado

El relato policial sobre los sucesos del Palacio de los Deportes de Málaga arranca a las 18.00 del pasado sábado, cuando llegaron los primeros agentes locales para controlar el tráfico en los accesos, y poco después los autobuses procedentes de Jaén y Sevilla. A las 20.00 empezó la fiesta. Según el jefe de la Policía Local, Pascual López, a medida que avanzaba la noche los jóvenes comenzaron a agolparse a las puertas del pabellón por los 'cacheos exhaustivos' en la entrada. López dice que llegó a haber más de 60 agentes municipales en el exterior. Dentro no hubo policías locales ni nacionales. Dentro sólo estaban los vigilantes de las empresas Crashtown y Tauro's, contratadas por los organizadores, Eventos de Música Electrónica.

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Las cosas comenzaron a complicarse sobre la medianoche, cuando se anunció que se vendían entradas en una esquina del recinto. No era cierto y el intento de recuperar el sitio en la cola provocó algunos enfrentamientos. Poco después, un policía uniformado trató de acceder al interior, pero se formó tal alboroto que desistió. Sobre la 2.00, con el aforo más que cubierto, unas 3.000 personas trataban de entrar, muchas con entradas. Seis policías locales fueron rociados en la cara con aerosoles. Se pidieron refuerzos a la policía nacional. Acudieron efectivos de Benalmádena y Torremolinos hasta sumar 35 agentes. En ese momento, había jóvenes encaramados al tejado de la pista auxiliar, intentando levantar las chapas del techo, para descolgarse desde una altura de siete metros. Se habían producido destrozos en puertas, ventanas, material deportivo, grifos, lavabos, extractores y barandillas.

La otra alternativa

La policía estudió suspender la fiesta, pero estimó que las consecuencias serían peores. Hacia las 3.00 se abrieron las puertas y entraron los que estaban fuera. Un agente reconoce que el exceso de aforo -15.000 personas en lugar de 8.000- fue una 'barbaridad,' pero que abrir las puertas 'fue lo mejor'.

Los voluntarios de Cruz Roja ya habían atendido a varios jóvenes con síntomas de haber ingerido pastillas, pero lo peor estaba por llegar. Iván García, de 19 años, sufría convulsiones y tuvo que ser trasladado al hospital Clínico. Desde el pabellón avisaron a la ambulancia 'que volviera corriendo' porque había más casos. José Joaquín Barragán, de 20 años, tenía 200 pulsaciones por minuto, convulsiones y 42 grados de fiebre, y fue trasladado al hospital por una ambulancia de bomberos. Un amigo suyo dijo que se había tomado ocho pastillas que adquirió en la barriada malagueña de Huelin, 'donde las solía comprar'.

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