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Crítica:ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Símbolos de la India

Anita Desai es, de entre todos los escritores angloindios contemporáneos, la que lleva con más naturalidad las diferencias entre los dos mundos, Oriente y Occidente, que nutren su vida y sus novelas. Lo que en otros es tensión y drama cultural y social, en ella se resuelve como indagación del alma humana. Anita Desai está más preocupada por presentarnos personas que por analizar civilizaciones. En sus novelas los individuos cuentan la Historia y no ésta a ellos, gracias a lo cual se mueven más sueltos y libres, más responsables de sí mismos y menos del argumento que los encierra. Para conseguir eso, y a pesar de que la India casi exige lo contrario, en sus obras la densidad de personajes es pequeña, y éstos no se aglomeran, se ceden el paso. También los escenarios, abiertos y despejados, parecen europeos, más próximos a una campiña inglesa que a una selva o a un río milenario.

CLARA LUZ DEL DÍA

Anita Desai Traducción de Gian Castelli Gair Alianza. Madrid, 2001 341 páginas. 17,45 euros

De Anita Desai ya teníamos editadas en España otras cuatro novelas: Viaje a Itaca, En custodia, Ayuno, festín y Fuego en la montaña. Tanto esta última como Clara luz del día tienen como trasfondo la partición de la India y Pakistán poco después de su independencia. Del hecho político, sin embargo, sólo nos llegan noticias indirectas, detalles sueltos. Lo que llegan son los efectos, los cuales moldean a los protagonistas hasta transformarles en símbolos de un país que se reconstruye mientras se desmorona. El joven hindú enfermo de malaria cuya pasión es la poesía urdu (que representa la mediación interrumpida entre dos religiones cuyas diferencias provocará millones de muertos y una separación territorial irreversible), el hermano autista (que señala a los que viven de espaldas a una realidad que apela a todos), la tía bebedora a la que persiguen en sus delirios ratas y serpientes (heraldo de las masacres y los linchamientos irracionales), la hermana exiliada y el médico aficionado a la música de Brahms o Mozart (dos modalidades de puente entre Oriente y Occidente), la solterona, la bisnieta insociable o la viuda liberada de sus obligaciones (distintas clases de mujer que necesitan replantearse su situación en un mundo que ya no es el de las viejas costumbres), etcétera.

Lo extraordinario de Anita Desai es que consigue que sus personajes hablen de la Historia desde ellos y no desde una abstracción ni una teoría, y que lo hagan sin perder ni un gramo de alma, es decir, sin someterse a la tiranía de los Hechos. Logra que aquéllos sean símbolos que no dependen de una interpretación para poder ser habitados. Símbolos inmediatos que se adhieren a la piel del que lee y le trasladan con delicado vigor allí, a una casa y a una familia que de repente son las suyas. Símbolos claros como la luz del día (una vaca ahogada en un pozo, el ataque de un enjambre de abejas espantadas por una piedra...) que nos cuentan mejor la India de esos difilísimos y oscuros años que mil libros de historia.

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