'El todo vale en música no dará resultado'

Xavier Montsalvatge (Girona, 1912), compositor y crítico musical, vio cómo lo que él califica de 'suerte' le sonreía con sólo 33 años y, por entonces, un no muy abundante catálogo de obras. La soprano catalana Mercè Plantada le había pedido que le compusiera una canción y terminó escribiendo cinco, sus Cinco canciones negras, que no tardaron en ser reconocidas internacionalmente e interpretadas por todo el mundo por los más destacados cantantes líricos. Convertidas en su obra más célebre, las cinco canciones, de entre las que sobresale la exquisita Canción de cuna para dormir a un negrito, son también la representación del elemento más distintivo de su obra: el antillanismo -proceso de recuperación de la música antillana-, que ha ensombrecido, muy a su pesar, una fructífera trayectoria musical con un centenar de obras, todavía no cerrada, ya que a punto de cumplir 90 años, el próximo 11 de marzo, sigue, aunque muy debilitado y cansado tras una intervención quirúgica, componiendo muy lentamente una nueva obra para orquesta de cámara: Pastoral de invierno.

'Empecé a componerla antes de que me operaran el pasado verano, es para la Orquesta de Cámara de Andorra, pero ahora me está costando mucho y no sé si llegaré a terminarla. No me encuentro demasiado bien, me canso mucho y me cuesta andar', explica. El próximo 27 de febrero, el Palau de la Música de Barcelona, donde se han estrenado muchas de sus obras, le rendirá uno de los primeros homenajes previstos este año por su 90º aniversario. Un concierto en el que junto a la Orquesta de Cadaqués participarán la pianista Alicia de Larrocha, que interpretará su Concierto breve, estrenado por ella en 1953; el flautista Jaime Martín, que en el pasado Festival de Santander estrenó su última obra, Sinfonietta-Concerto; el guitarrista Pepe Romero, que será el solista de Metamorfosis de Concert, que estrenó en 1980 Narciso Yepes en el Teatro Real de Madrid, y la soprano María José Montiel, que cantará el ciclo de canciones Homenaje a Manolo Hugué, estrenado en Madrid en 1970 por Victoria de los Ángeles.

'Agradezco todos los homenajes, pero yo no veo que haya para tanto', dice como queriendo quitarse importancia quien desde hace más de una década posee ya dos calles con su nombre, una en su Girona natal y otra en la musical villa de Torroella de Montgrí. Ha tenido varias malas experiencias en las que, según explica, algunos intérpretes han usado su nombre en espurios homenajes con el único fin de atraer más público a sus conciertos. 'No diré que me perjudican, pero no me hacen ningún favor', asegura. Le ilusiona la programación en el Teatro Real, a partir del próximo 25 de marzo, de su ópera Babel 46, la historia de 10 personas de diversas nacionalidades el día en que abanadonan un campo de refugiados tras la II Guerra Mundial, que se estrenó escénicamente en el Festival de Peralada (Girona) en 1994, y que el Liceo programará también dentro de dos temporadas.

'Me ilusiona verla representada en el Liceo, así habré conseguido que mis tres óperas se hayan interpretado allí. Presenté Babel 46 a un concurso convocado por el coliseo lírico barcelonés y lo perdí. Igual que perdí el concurso al que presenté el Concierto breve, que, curiosamente, después de las Cinco canciones negras es una de mis obras más interpretadas', explica.

Xavier Montsalvatge es uno de los pocos compositores españoles vivos que ha visto cómo su obra no sólo ha sido reconocida a nivel internacional, sino también en su propio país. Galardonado con los más prestigiosos premios de música, sus obras siempre han obtenido el favor del público. 'Es que yo nunca he escrito música para espantar. El público ha recelado de los compositores contemporáneos y, en parte, de forma justificada, porque muchos de los que han querido hacer cosas nuevas les han salido mal. Durante años, los compositores han basado su éxito en la protesta y que sus obras no gustaran al público, pero al final, cuando la idolatría por el dodecafonismo y el atonalismo ha decaído, se han dado cuenta de que el rechazo es siempre menos espectacular que el éxito. Ahora vivimos el reinado del todo vale, pero como la tiranía del atonalismo, el todo vale tampoco dará resultado', vaticina.

Asegura el compositor, que ha fundamentado su obra en la politonalidad, que la base de su éxito nunca ha radicado en hacer concesiones al público. 'Siempre he compuesto pensando primero en que me gustara a mí y en que el intérprete pueda tocar la obra, y lo sigo haciendo. He tenido la gran suerte de que mis obras más importantes me las han pedido y estrenado solistas de primera categoría, como Victoria de los Ángeles, Alicia de Larrocha, Henryk Szeryng, Narciso Yepes o Nicanor Zabaleta, entre otros, que son las que las han difundido por todo el mundo. Porque sin el favor del intérprete las obras muy complejas sólo te las interpretan si eres muy conocido y no se tocan más que el día del estreno', afirma.

Admirador incondicional

de la música de Ígor Stravinski, la obra de Montsalvatge está influida por los compositores rusos de la primera mitad del siglo XX y por los impresionistas franceses. 'Ni cuando la influencia de Arnold Schönberg, Anton Webern y Alban Berg atrapó a todos los compositores me dejé tentar por la falsa panacea que se creyó hallar en el dodecafonismo y el atonalismo. Siempre he procurado que mis composiciones reflejen de un forma personal el equilibrio entre las tendencias que más me han interesado, por ello mi música está muy influida por el impresionismo'.

Crítico musical desde tiempos de la II República, en que ejerció en el diario catalán El Matí, después en el semanario Destino, del que llegó a ser director, y finalmente en La Vanguardia, Montsalvatge se autocalifica de 'crítico blando y condescendiente'. 'No podía ser agresivo', confiesa. 'Cómo destrozar una mala obra de un colega al que conocía o una mala intepretación de un solista o director amigo mío. Sufría lo indecible y los estrenos me ponían de muy mal humor, pero no podía sólo con lo que ganaba como compositor'.