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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vibraciones en el espacio

Son cada vez menos los artistas que se preocupan por la categorización de su trabajo, deslumbrados por los efectos que proceden del collage, la hibridación, el empleo de tecnología o los montajes multimedia, por eso hay que llamar la atención sobre las, a veces sutiles, diferencias que debían separar el oportunismo de los procesos creativos y el hallazgo feliz de los productos de la experimentación, ya que la camaleónica similitud de las apariencias engaña. De entre los pocos escultores que arriesgan su trabajo en la investigación está Jaume Plensa (Barcelona, 1955), quien se sitúa en los límites de la categoría buscando lo que hay de escultórico en lo inmaterial, en el espacio, en los objetos, en la luz, en las palabras y en los sonidos, elementos con los que trabaja. Ahora presenta dos obras difíciles, muy diferentes entre sí, pero que están animadas por la idea de unir todos estos elementos dentro de la categoría 'escultura'.

JAUME PLENSA

Galería Helga de Alvear

Doctor Fourquet, 12 Madrid

Hasta el 23 de marzo

En 1985, cuando la escultura había ya entrado en una profunda crisis de identidad, de la que aún no ha salido, John Cage compuso un poema, titulado Sculpture Musicale, partiendo de la idea de Marcel Duchamp de generar una escultura con sonidos que surgieran de diferentes puntos del espacio. Esta actitud supone aceptar un cambio radical, dejando de considerar la escultura como el volumen que ocupa un lugar en el espacio para entender el espacio ocupado por otros fenómenos inmateriales como escultura, cuando la luz, el sonido o la palabra hacen sensible (visible o audible) los límites del espacio por mediación de sus vibraciones.

En este sentido, las escultu-

ras de Plensa son obras formadas por vibraciones, tanto en el sentido literal como en el metafórico del término. En las dos obras que ahora presenta vibra la luz y el sonido que envuelven al espectador y que ocupan el espacio junto con los objetos: unas campanas tubulares y unos macillos que cuelgan del techo, un diván y unas lámparas fluorescentes que configuran una estructura de cúbica volumetría. Todos estos elementos han sido ordenados en el espacio, ocupan una posición determinada, tienen una medida proporcionada, un volumen concreto y conforman una secuencia de elementos primarios que provocan una vibración visual.

Lo que aquí se ve, se palpa (o percute), se lee, se escucha y se siente posee un hálito inconfundiblemente poético, es materia e imagen convertida en metáfora, es, como el poema de John Cage, una escultura sonora. Aquí, el diván o las campanas, el sonido del agua o los macillos que cuelgan, el cubo luminoso o el aullido de unos cerdos al ser sacrificados, son metáforas visuales y sonoras que ocupan el espacio físico de la galería y que se instalan en el espacio mental del espectador, incitando al conocimiento de sus límites emocionales. De esta manera, lo material y lo inmaterial que conforman estas obras, a través de la percepción sensorial, se convierten en constructos poéticos que pueblan un espacio mental cuyos límites se sitúan entre la fantasía, el recuerdo y el intelecto.

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