Hollywood protesta por la fuga de rodajes a Canadá
Los sindicatos aseguran que se pierden millones de dólares.
Parece Nueva York pero es Toronto. Recuerda Seattle pero es Vancouver. Es como Boston pero es Montreal. Desde hace ya varios años, Hollywood ha descubierto que Canadá es como Estados Unidos pero más barato. Muchas de sus producciones, incluso ambientadas en lugares tan supuestamente inconfundibles como Manhattan, se han fugado al otro lado de la frontera en busca de mejores tarifas. Los sindicatos, preocupados por la crisis que se avecina, han declarado la guerra.
'Si mil personas se quedan en paro en IBM es noticia nacional', comentaba hace poco Brent Swift, presidente de la Coalición en favor de la Acción por el Cine y la Televisión (en inglés FTAC), una organización respaldada por el poderoso sindicato de actores; 'cuando nosotros perdemos 30.000 puestos de trabajo al año, nadie se entera de nada. Los canadienses nos están robando la industria del cine'. El FTAC cifra en 30.000 millones de dólares (cerca de seis billones de pesetas) las pérdidas de los últimos tres años por la fuga de rodajes. La pasada semana llevó sus protestas hasta Washington acusando a Canadá de violar los acuerdos comerciales entre los dos países.
Toronto se ha convertido en un Nueva York cinematográfico
La crisis ha agudizado las protestas. 'Están atacando América y no es Osama Bin Laden, sino nuestros pacíficos vecinos del norte', declaró el presidente de la Fundación Made in USA ante el Departamento de Comercio. Los que protestan piden que los estudios devuelvan las ayudas que cobran del Gobierno canadiense para conseguir un permiso de distribución en Estados Unidos.
Los grandes estudios, agrupados en la Motion Pictures Association (MPAA), el sindicato de directores y los principales representantes de las televisiones han denunciado violentamente la idea. El presidente de la MPAA, el histórico Jack Valenti, ha calificado la maniobra de una peligrosa declaración de guerra comercial. Parece que Hollywood, que a principios de este año se salvó del enfrentamiento entre los estudios y los sindicatos sobre el reparto de los dividendos del cable e Internet, vuelve a las trincheras.
La iniciativa puede poner en peligro muchas producciones. Rodar en Canadá es algo ya tan natural que, pese a las protestas, ya todos lo dan como un hecho consumado. La serie Expediente X se rueda desde hace años en el país vecino; Toronto se ha convertido en un Nueva York cinematográfico tan usado que sus habitantes ya no se alteran cuando ven por sus calles (que por cierto se parecen muy remotamente a Manhattan) a las estrellas de Hollywood.
A las afueras de la ciudad han florecido poderosas productoras locales que gestionan las peticiones de la industria del cine norteamericano. Incluso algunas películas ya ni siquiera disfrazan su entorno: uno de los últimos largometrajes de Robert de Niro, The score, se rodó en un Montreal que aparecía en su propia encarnación geográfica. El último filme de Kevin Spacey, The shipping news, basado en una novela de éxito en Estados Unidos, todavía no estrenado en España, también se rodó en Canadá.
El tema preocupa bastante a Ottawa. Hasta el punto de que su primer ministro, Jean Chretien, hizo una pequeña visita a Los Ángeles para aclarar malentendidos, rebajar la cifra de negocios que le aporta la fuga de rodajes (tan sólo 1.800 millones de dólares) y recordar que Estados Unidos y Canadá son algo más que socios comerciales. Esto no ha impedido que a principios de noviembre el Gobierno canadiense ampliara hasta el próximo mes de abril el programa de incentivos que otorga a las producciones norteamericanas por rodar en su país, lo que les permite ahorrarse casi un 6% sobre un rodaje Made in Hollywood.
Babelia
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