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Crítica:CRÍTICA | TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una tradición encanecida

La alta comedia de Noël Coward oscila entre el costumbrismo y lo exquisito, entre el cosmopolitismo impostado y un cierto nihilismo que desvía hacia el humor todo aquello que la sociedad de su tiempo no estaba dispuesta a tomarse en serio. No sólo creó escuela con sus buenas maneras: produjo también de manera indirecta una legión de imitadores que, con mayor o peor fortuna, trataron de reproducir su estilo. Es un estilo repleto de situaciones expuestas con claridad pero destinadas a complicarse, donde el carácter estrafalario muchas veces de los personajes le sirve para poner en sus labios una protesta educada ante la hipocresía social de su época, y donde el juego de las réplicas y contrarréplicas, en general muy ingeniosas, tiene más peso que su resolución dramatúrgica, hasta el punto de que se ha sugerido que el autor habría sido un excelente novelista.

La fiebre del heno

De Noël Coward, en versión de Jaime Azpilicueta. Intérpretes, María Luisa Merlo, Pedro Civera, Antonio Vico, Elvira Travesi, Cruz Sánchez, Raúl Sanz, Ana Soriano, Elena Maurandi, Nacho Núñez. Iluminación, José Luis Rodríguez. Vestuario y Escenografía, José Miguel Ligero. Dirección, Angel García Moreno. Teatro Principal. Valencia.

Todo ello es, como parece natural, muy inglés, con ese toque del espíritu que no siempre es fácil de reproducir por quienes carecen de esa tradición. Es algo que se deja ver en este montaje de Angel García Moreno, y también en la versión de Jaime Azpilicueta, más próximos a una astracanada de Alfonso Paso que a los innumerables matices de un texto que, aún siendo menor, tiene la enjundia suficiente como para requerir el concurso de delicadas soluciones en su puesta en escena. No es el caso de esta producción de circunstancias, que no desdeña un cierto amontonamiento no siempre bien resuelto, carente de elegancia en sus ejes principales, y en el que destaca, por su constancia, el trabajo de María Luisa Merlo, que a fuerza de tablas hace verosímil el bíblico personaje que interpreta.

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