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Crónica:FÚTBOL | 15ª jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El nuevo líder abruma al Barcelona

El Alavés se alza con el primer puesto tras romper al cuadro de Rexach con su presión

Mané ganó a Rexach en la pizarra, en el prepartido. Sobre el césped de Mendizorroza, los jugadores del Alavés se tomaron más en serio el partido que los del Barcelona. Y el resultado fue histórico: el equipo vitoriano se aseguró el liderato al final de esta decimoquinta jornada (para que no ocurra esto, el Betis debería ganar al Tenerife hoy por una diferencia de al menos cuatro goles). Toda una lección para los grandes y en particular para el Barça, al que más que nada le duele que el Real Madrid le haya superado en la clasificación.

No es la primera vez que el Alavés se ve en una situación semejante. Ya se aupó al liderato de Primera División el 21 de diciembre de 1930. Pero es una fecha tan remota (y además ocurrió en la tercera jornada) que lo de ayer resulta novedoso.

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El Alavés se convirtió en líder merced a su coherencia. Hizo todo lo que sabe, dejó de un lado todas sus carencias (bastantes, por cierto) y una vez más sacó todo el rendimiento pleno a sus jugadores. El equipo de Mané obligó al Barça a dejar de lado el fútbol y le propuso un pulso pulmonar. Y la respuesta azulgrana no fue nada satisfactoria. El Barcelona no tuvo claro a qué fue a jugar a Vitoria. De hecho, permaneció a expensas de lo que hacía su rival, algo imperdonable en un equipo que debería preocuparse más por sí mismo y llevar los partidos al terreno de la calidad. Nada de eso se vio ayer. Rexach y los suyos se vieron desbordados por la presión del Alavés. Y no sólo eso. Sin haber transcurrido diez minutos, el Barça ya había recompuesto su defensa. Empezó Frank de Boer en la banda izquierda y se fue al centro. Empezó Puyol en la derecha hasta que le ordenaron cambiar de banda y perseguir a Magno hasta el lavabo si fuera necesario. Mucha preocupación demostró el Barça por el Alavés, tal vez demasiada.

Ajeno a la improvisada reconversión azulgrana, el Alavés siguió a lo suyo. Mané no pudo contar a última hora con Jordi, lesionado en el tobillo, y su alternativa fue inequívoca. Apostó por un equipo de especialistas en la presión (Astudillo, Ibon Begoña, Turiel...) y con Pablo como único artista. El equipo albiazul supo qué hacer. De hecho, jugó la primera media hora tal y como la había entrenado la víspera: agobiando a la defensa azulgrana y ladeándose a la izquierda, el costado propio de Pablo.

El desequilibrio, sin embargo, se rompió en una acción injusta. Rubén Navarro recogió un pase de Pablo, pero sin siquiera haberlo controlado se fue al suelo a los pies de Andersson. El árbitro, en un exceso de vista, indicó penalti. Lo que le faltaba a Andersson tras su desafortunada noche ante el Athletic.

El Alavés no bajó la guardia tras el gol, ni el Barça reaccionó. Al contrario, empezó a desquiciarse (tres tarjetas amarillas seguidas). Y claro, volvieron los problemas para Bonano. Turiel lanzó el balón contra el portero primero y contra el poste después.

Había transcurrido medio partido y no había noticias de Rivaldo, ni de Kluivert, ni de Overmars...Rexach trató de poner orden en el vestuario con dos cambios, pero ayer nadie tenía la llave. Estaba en posesión del Alavés, y más aún cuando Ibon Begoña marcó en un rechace el segundo gol, esta vez sin lugar a la duda. El Barcelona, sin la más mínima capacidad de respuesta, sólo pudo esperar al final para empezar a analizar qué le ocurre. Su público pronto le pedirá respuestas.

Los jugadores del Alavés festejan, hechos una piña, el primer gol.
Los jugadores del Alavés festejan, hechos una piña, el primer gol.JOSUNE MARTÍNEZ DE ALBÉNIZ

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