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Raíces

La reedición del cancionero de coplas de Balmaseda trae luz a un libro fundamental del flamenco

La reedición de Primer cancionero de coplas flamencas, de Manuel Balmaseda y González, supone una buena noticia para los amantes de este arte. Enrique Baltanás, profesor de Literatura Española en la Universidad de Sevilla, se ha encargado de la edición y prólogo de esta obra, que acaba de sacar a la calle Signatura. El Primer cancionero de coplas flamencas populares según el estilo de Andalucía -tal es su nombre completo- fue publicado por primera vez en 1881.

Baltanás recalca el valor de esta obra. 'Es un libro que permite ver el mundo ideológico y sentimental del flamenco en sus primeros pasos. Como si hiciéramos un corte en una excavación arqueológica. Los argumentos, los tonos, los temas...', explica el profesor.

Baltanás señala en el prólogo la importancia decisiva para el flamenco de 1881, el año de publicación de este libro. En 1881, aparecieron también Die Cantes flamencos, un estudio de Hugo Schuchardt fundamental para entender este arte, y la Colección de cantes flamencos, de Antonio Machado y Álvarez, Demófilo. 'Son libros distintos porque el de Demófilo es un cancionero anónimo; el de Schuchardt es un estudio muy científico; y el de Balmaseda es un cancionero de autor. Balmaseda es el primer poeta del flamenco en una línea por la que pasarán desde Manuel Machado hasta Caballero Bonald y Félix Grande', comenta Baltanás.

Balmaseda tuvo una biografía bastante desgraciada. Nacido en Écija en 1857, quedó huérfano de padre. Trabajó en Sevilla como 'limpiador de coches de los trenes de viajeros'. 'Era un hombre del pueblo, sin estudios. Era el bardo popular. Balmaseda llegó a publicar su cancionero porque resultó estimulado por un grupo de intelectuales. No queda muy claro si era totalmente analfabeto. Pero, al menos, sí era lo que hoy llamamos un analfabeto funcional', afirma el profesor. 'Balmaseda componía improvisando, de memoria... No es tan difícil. Porque hacer una cuarteta tampoco es hacer una oda. Hacía estrofas populares de cuatro versos', insiste.

El profesor considera su poesía de un patetismo tan exagerado que, a veces, lleva a la sonrisa. Con todo, 'de vez en cuando, hay alguna letra que todavía se deja leer'. 'Hay letras que siguen siendo válidas, que son bonitas y tienen poesía. Pero bastantes otras están lastradas por la nota excesivamente melodramática', concluye Baltanás.

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